Sautuola / XIII
Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola”
Santander (2007),
Metalistería de la Hispania Romana
Monográfico
La metalistería militar de Hispania en época altoimperial
Military Metal-Working in Hispania in the Roman High Empire
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ1
RESUMEN
La arqueología militar en España es una parte de los estudios sobre la presencia de Roma en la Península Ibérica de muy reciente desarrollo.
La documentación material de tipo armamentístico y demás implementos del soldado también forma parte de la metalistería, y como ésta, se
encuentra poco conocida. Son abundantes sólo los hallazgos descubiertos de antiguo y en especial en el Norte, donde la presencia de tropas
en el Alto Imperio fue abundante por la guerra y al control del territorio debido a la minería, sobre todo del oro.
ABSTRACT
Military archaeology in Spain is a one of the studies on the presence of Rome in the Iberian Peninsula that has developed quite recently.
The material documentation of the soldiers’ weapons and other implements also forms part of metal-working, and in this sense, is little known.
Many finds were made in the past, especially in the North, where large numbers of troops were present in the High Empire, because of the
war and territorial control for mining, above all of gold.
PALABRAS CLAVE: Altoimperial. Armas. Ejército romano. Hispania. Metales. Romanización.
KEY WORDS: High Empire. Hispania. Metals. Roman Army. Romanisation. Weapons.
I. INTRODUCCIÓN
La arqueología española se ha incorporado muy
tarde a los estudios del ejército romano, y por lo tanto, a la comprensión de su presencia diacrónica en el
territorio de su interés con respecto a otras áreas cercanas del antiguo Imperio. El pasado siglo XX fue el
escenario donde, a principios del cual y tras las excavaciones de Schulten se mostraba con un futuro francamente prometedor, pero que todo él se desvaneció
con la II Guerra Mundial. Simétricamente en el tiempo,
hubo que esperar a las generaciones de finales de
aquella década para que resurgiesen definitivamente.
Como en otras muchas facetas de la investigación
del mundo antiguo, la militaria romana ha de prestar
atención a un sinfín de aspectos. No cabe duda que el
armamento, amén de la importancia que de por sí entraña como una de las emblemáticas herramientas del
ejército -y hoy atractivo para su análisis-, puede encerrar en cada metal un gran acumulo informativo como
producto cultural. Que se pierde inexorablemente a resultas de su descontextualización cuando, y ésto es
bien común, tanto la belleza de sus antiguos diseños
como su carga simbólica, lo convierte en producto de
mercado.
Expuestas ambas facetas, suponen el somero resumen de lo que pretendemos exponer, con la única sal-
1 Museo Arqueológico de Palencia e Instituto “Sautuola” de Prehistoria y Arqueología (Santander).
Correo electrónico: carmelofdez@ono.com
ISSN: 1133-2166
vedad de que el trabajo que aquí desarrollamos se
constriñe a los hallazgos de armas y atalaje de caballerías de los siglos I – II d.C. en el territorio español. Estos son cada vez más numerosos y afortunadamente
este incremento se ve favorecido por las excavaciones,
en proporción cada vez más creciente, con la connivencia de los hallazgos casuales o bien al reconocimiento de los antiguos fondos de nuestros museos.
Incluso éstos últimos aún por descubrir.
Pese a lo cual no son suficientes en número, como
tampoco lo son (suponemos que momentáneamente)
los estudios sobre los conocidos y/o exhumados recientemente, como para constituir por sí mismos un
gran discurso histórico-tecnológico. Pero en cambio
comienzan a servir de eficaz complemento con miras
a la comprensión de las fuerzas armadas imperiales,
en directa referencia a la identificación de su presencia
en un determinado lugar, y por ende, a la explicación
de ésta. Como también las influencias de todo tipo
que han ejercido: culturales, tecnológicas y de combate, reflejo de otro tipo de realidades enmascaradas
y que un detenido análisis hace brotar su evidencia.
En una primera visual y antes de cualquier otra reflexión, casi lo más evidente de su presencia es la dispersión geográfica de los hallazgos. Bien es cierto que
el momento actual de la investigación no presenta una
certera realidad, sobre todo por el hecho marcadamente diferencial entre el Norte y el resto del territorio peninsular. Aunque en esta última y extensa área la
identificación de las evidencias materiales ha sido muy
reciente, y no resulta menos real que tan marcada diferencia numérica nos esta mostrando una realidad no
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tan difícil de evaluar con respecto a la zona septentrional. Este panorama actual es lo que pretendemos
reflejar en las páginas siguientes.
II. LA REGIÓN SEPTENTRIONAL
Analizaremos en primer lugar la que podríamos
considerar como la zona militar por excelencia de la
Península, tanto a nivel de instalaciones campamentales como de asentamiento de veteranos, lo que ha dado lugar por lo tanto al hallazgo de un tan abultado
como variado (tipológico y diacrónico) número de hallazgos. Geográficamente abarcaría de Este a Oeste
desde las costas de Galicia que baña el Océano Atlántico hasta la región de Aragón. Y de Norte a Sur, desde las provincias a orillas del Mar Cantábrico hasta la
zona septentrional de la Comunidad de Castilla y León,
incluyendo también la Comunidad Autónoma uniprovincial de La Rioja. Toda esta gran extensión supondría,
más o menos, un tercio del actual territorio español.
II.1. El cambio de era y el siglo I d.C.
II.1. 1. La guerra de conquista
A fines de la década de los años noventa del pasado siglo XX, publicamos las primeras observaciones
que veníamos efectuando en alguno de los varios conjuntos de objetos metálicos hallados en la zona central
del Norte de la Península Ibérica, que estábamos revisado (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999a). Tales objetos procedían de los castros que se podían considerar como
más emblemáticos del área meridional de la antigua
Cantabria Cismontana. Yacimientos cuya vida quedó
drásticamente interrumpida a finales del siglo I a.C.
por la intervención de las tropas romanas de conquista, tales como Monte Bernorio (Palencia) a partir de
las excavaciones llevadas a cabo por J. San Valero Aparisi (1944; 1965) y Celada Marlantes (Cantabria). En
este último entre los materiales extraídos de las excavaciones llevadas a cabo por M. A. García-Guinea
(GARCÍA GUINEA y RINCÓN, 1970). En estos emplazamientos y entre una amplia variedad de objetos en
cobre/bronce y en hierro correspondientes todos ellos
a la cultura indígena de la IIª Edad del Hierro (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2002a), había una mínima y cuantitativamente desigual presencia de otros que nada tenían que ver con todo aquel cosmos de cultura
material indígena. Las más actuales excavaciones y
otras investigaciones están corroborando lo que hace
años intuíamos, como es el hecho de que los objetos
que la exploración que estos poblados muestran ponen en evidencia su conquista por parte del ejército
romano durante las campañas de la guerra cantábrica
(FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999a: 254-255).
De las antiguas excavaciones en el primero de los
yacimientos procede una placa rectangular en aleación
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
de cobre, decorada mediante tres bandas de figuras
repetidas en hueco y que un día estuvieron rellenas de
vidrio; tal vez incluso es muy posible que todo el objeto exteriormente plaqueado en estaño (Figura 1, 1). La
figura repetida en los extremos trata de series de
“SSS”, y la central, un motivo de en forma de hélice.
Que duda cabe que se trata de una de las placas utilizadas por los soldados en el cinturón reglamentario
(FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2003: 73-74), bien conocidos
en otros ámbitos militares del Imperio (GREW y GRIFFITHS, 1951: Figs. 5-8). Otro significativo objeto es una
rejilla con decoración calada (Figura 1, 2), que se corresponde con una embocadura para una vaina de gladius y que por las fechas entre las que nos movemos
debería corresponder al tipo Mainz. También dos clavi caligae, exclusivas tachuelas de hierro pertenecientes
al calzado legionario republicano. Las actuales excavaciones llevadas a cabo por la Universidad Complutense de Madrid han extraído en los niveles más superficiales de las áreas de excavación 1 y 3 ocho puntas
de flecha en hierro de tipo sirio más una de triple aleta que suele resultar común en esta zona, siete nuevas
clavi caligae, y puntas de dardos artilleros (ballistae) en
hierro (TORRES MARTÍNEZ, 2007: 97, Figs. 5 y 10)2.
En Celada Marlantes, segundo de los yacimientos
que comentamos, fue hallado un fragmento de rejilla
decorativa para embocadura de gladius en aleación de
cobre (Figura 1, 3). Y también un fragmento de placa
de cinturón calada, cuyo paralelo curiosamente lo hemos hallado en los campamentos militares del cerco
de Numancia. La situación de este poblado a ochocientos metros de los campamentos romanos de La
Poza que veremos más delante, ha inducido a pensar
su posible relación con el acoso militar que quizás pudieron sufrir sus habitantes.
La Loma de Santibáñez de la Peña (Palencia) es un
núcleo fortificado cuya vida se desarrolló entre los siglos II-I a.C., y que al final de este último y coincidiendo con el inicio de las guerras de Roma contra las poblaciones cántabras, según las excavaciones parecen
confirmar, fue ocupado de forma violenta por parte
del ejército romano tardorepublicado empleando el
sistema de asedio. Se han hallado los restos de un
campamento -y otros emplazamientos aún no excavados y supuestamente militares- frente al castro (PERALTA LABRADOR, 2006). Es muy variado en cuanto a
tipos y numéricamente elevados los objetos de metal,
tanto de la cultura material indígena como de armas
romanas. Clavijas de tienda, clavi caligae, fragmentos
de pila (moharras, zunchos, regatones) y gladius, proyectiles de artillería de torsión simples e incendiarios
(malleolus), pinjantes de arnés y un largo etc. Han si-
2. “Un castro por descubrir”, Diario Palentino, 13- V - 2007, pág. 32.
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
do hasta hoy contabilizadas unas quinientas puntas de
flecha en hierro de aleta doble o triple la mayoría (también sin ellas), que tan características fueron en el ejército romano hasta Augusto. Aún hoy continúa en fase de excavación y estudio.
El emplazamiento de Castillejo (Pomar de Valdivia) también en la provincia de Palencia se sitúa a dos
kilómetros hacia el Este del castro de Monte Bernorio
citado con anterioridad, cuyas excavaciones han proporcionado varias puntas de flecha de triple aleta, moharras de pila de sección circular, tachuelas para el calzado -clavi caligae-, así como grandes y característicos
regatones, todo en hierro (PERALTA LABRADOR, 2004:
34; FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2005a: 207). Este campamento se ha relacionado con la toma del poblado indígena de Bernorio por su proximidad.
El Alto de la Poza (Cantabria) se encuentra situado a corta distancia del asentamiento indígena de Las
Rabas (Celada Marlantes) citado anteriormente, y con
el que tal vez presente cierta relación de asedio como
ya dijimos. Se trata de un par de campamentos superpuestos de ocupación diacrónica junto a la vía que
desde la meseta se encamina a Peña Cutral y posteriormente (en el tiempo) a la civitas Iuliobrigensis. Tras
una somera campaña de excavación el primero -de 7
has. de superficie- se relaciona con las campañas de
conquista, más en concreto con la ofensiva del 25-26
a.C. llevada a cabo por el propio Augusto. El segundo
y más reducido (4´6 has) se ha fechado en un momento no determinado entre el 20-40 d.C., y como hipótesis -dada la cercanía geográfica- no demostrada
por el momento, con el grueso de la Legio IIII Macedonica en movimiento. El material metálico tan solo
ha sido obtenido en el primer recinto, y hasta el momento presenta semejanzas con lo ya conocido y que
hasta ahora viene siendo de común hallazgo en otros
emplazamientos ya vistos, como son los grandes regatones cónicos y las clavijas (de hierro) con argolla en
la parte superior; estos últimos objetos se vienen constantemente relacionando con la sujeción de los tensores que conformaban y mantenían las tiendas de campaña. Asimismo varias clavi caligae y un fragmento de
cadera con eslabones en forma de “8” del mismo metal. En aleación de cobre, una placa de balteus (CEPEDA OCAMPO, 2004; 2006).
II.1.2. La paz armada
Tras la guerra cantabro-astur toda la zona septentrional de la Península Ibérica se encontraba militarizada fundamentalmente para ejercer un control económico y poblacional sobre las plazas indígenas y lo
que fue su territorio, debido primordialmente a la riqueza minera en hierro en el Norte y el oro del Noroeste. Como no podía ser de otra manera el ejército
fue el encargado de llevar a cabo esta labor, como ga-
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rante de las bases ideológicas, culturales y tecnológicas de Roma. Las legiones fueron las auténticas protagonistas de la integración absoluta de aquellas tierras
a la órbita del Imperio en expansión, para su servicio y
la imposición encubierta del papel romanizador entre
sus gentes. Es por lo tanto y a partir del estudio de los
datos que nos aportan los objetos hallados en lo que
constituyeron sus lugares de actuación, las fuentes primordiales de información con las que ir rastreando sus
huellas en este territorio.
II.1.2.1. Los campamentos y otros enclaves
militares
Bajo la actual población palentina de Herrera de
Pisuerga se encuentran los restos de varios recintos
campamentales donde quedaron asentadas diversas
tropas del ejército imperial entre finales del siglo I a.C.
y el II d.C. Fue entre el lapso temporal de los años
15/20 a.C. cuando la Legio IIII Macedonica levanta el
primer recinto, modificándolo en los inicios del reinado de Trajano, y permaneciendo en él hasta más o menos el año 39 d.C. Las excavaciones practicas en varios
puntos del casco urbano y su entorno han proporcionado restos de aquella legión en sus niveles más inferiores. De ellos se desprende la lógica existencia de una
fabricae entre cuyos desechos hemos encontrado un
gran y variado número de objetos procedentes de tropas tanto de infantería como de caballería, armas tanto ofensivas como defensivas, del arreo equino, y un
largo etcétera (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999c; 2002c,
2004; 2005b) (Figura 1, 4, 7 y 8 a 10). Acerca de toda la metalistería romana de este interesante asentamiento militar, nos encontramos en la actualidad redactando una monografía. Hacia el reinado de Nerón
el lugar se reduce y transforma en Castelum acogiendo a un primer ejército auxiliar como fue el Ala Parthorum, y hacia finales del siglo I d.C. a una cohorte
que se especula fuese la Cohors I Celtiberorum o más
probablemente la Cohors I Gallica, según muestra la
epigrafía de una estela funeraria y una placa metálica
de propiedad (MORILLO y FERNÁNDEZ, 2001-02).
De entre todo el material hasta ahora conocido los
restos de las armas son más bien muy fragmentarias.
Del armamento defensivo de la infantería el yelmo
queda representado por una lámina de sujeción de
portacimera (apex) o bien fragmentos de láminas decorativas. Las corazas, de tipo segmentata, por bisagras o abrochadores. Con respecto a las armas ofensivas de pilae hay zunchos de sujeción y regatones, y de
las espadas pomos, fragmentos de rejillas decorativas
de las vainas así como zunchos de suspensión de estas;
en otras materias como es el hueso, una empuñadura. Las dagas de nuevo por empuñaduras de hierro y
puntuales restos de suspensión de las vainas en aleación de cobre; un tahalí y placas de los cingula. El armamento de la caballería, representado por un nú-
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LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
Figura 1: 1 y 2 - Monte Bernorio (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 3 - Celada Marlantes (Cantabria) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 4, 7 a 10 - Herrera de Pisuerga (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ y GARCÍA); 5-6 - Monte Cildá (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 11 - Corporales (León) (sg. S. PALENCIA y FDEZ
POSEE).
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
mero menor de tipos se reduce a puntas de venablos
y regatones. La presencia sólo testimonial de puntas
de flecha nos informa de su uso esporádico, pero su
escaso número invalida como en muchos otros lugares la presencia de un cuerpo específico de sagitarii al
más puro estilo republicano. También han sido halladas las más variadas muestras de otro tipo de objetos
no armamentísticos. Así, determinados tipos de fíbulas (alesia, variedades de aucissa….), característicos
abrochadores en ángulo, hebillas de cinturón, tachuelas de sandalias (clavi caligae), clavijas, etc… que también ponen en evidencia la presencia de soldados -ya
sea en activo o veteranos- en un determinado enclave
arqueológico como iremos viendo a lo largo de este
trabajo.
Entre los materiales que fueron extraídos en las antiguas excavaciones practicadas en el conjunto arqueológico de Monte Cildá (Palencia) identificamos
un conjunto de objetos fechables en la primera mitad
del siglo I d.C. que claramente permiten ponerlos en
directa relación con la presencia de un contingente militar (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999: 255), que muy probablemente perteneciese a la Legio IIII Macedónica
asentada en la vecina población de Herrera de Pisuerga. Así, una pieza de rienda equina en forma de águila con restos de un recubrimiento de estaño (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999c) (Figura 1, 5), uno de los
zunchos o láminas molduradas de suspensión correspondiente a la vaina de un gladius (Figura 1, 6), y tres
fíbulas de charnela cuyos modelos se encuentran relacionados en el Norte de España con ambientes de tipo militar a lo largo del siglo I. La primera de ellas resulta bastante exclusiva, ya que en relieve aparece el
nombre del fabricante “HILARI(VS)”3 (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999b). Además de lo comentado también una
punta de lanza, extremos de correajes, etc… a lo que
en fechas recientes hay que unir la publicación de una
daga recogida en superficie hace ya muchos años, y
que presenta muy exclusivas características (ALONSO
GREGORIO, 2004).
Los Majuelos de Olmos de Ojeda (Palencia) es un
yacimiento junto al río Burejo muy castigado por la acción furtiva debido a la singularidad de los hallazgos
superficiales que las labores agrícolas iban depositando. Pese a todo no se ha llegado a efectuar intervención arqueológica alguna. Hemos tenido acceso tan
solo a seis objetos metálicos hoy en el Museo de Palencia (Figura 2). En primer lugar una buterola moldurada y gallonada de vaina de gladius que remata en
botón. Un aplique decorativo de arnés con forma rec-
3. Cognomen no muy frecuente pero si muy extendido por la Península Ibérica en todo tipo de inscripciones (cipos, aras, grafitos, sellos de alfarero,
etc…) durante los siglos II-III d.C. No obstante el hallado en Monte Cildá y
dada su antigüedad es probable que se trate de un artesano itálico.
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tangular, triple perforación y decorado con un tema
vegetal esmaltado y estañado. Un aplique de tahalí recubierto también de estaño con cinco perforaciones
de remachado para la sujeción. Una hoja de daga con
nervio central y una pequeña punta de lanza, ambas
en hierro. Finalmente una interesante y casi exclusiva
hebilla de hierro, ya que se trata un modelo aún poco
conocido. Por los escasos restos con los que contamos
no podemos valorar adecuadamente este interesante
yacimiento, aunque es innegable en él una presencia
militar. Cuyos objetos, poseen equivalentes en múltiples yacimientos del Imperio fechados en el siglo I d.C.,
aunque también haya paralelos en algún modelo de
la centuria siguiente.
Bajo la ciudad de León se encuentran los restos de
los diferentes campamentos que dieron cabida a un
par de legiones que diacrónicamente allí se estableciero, según la información de la que actualmente se
dispone. Es otro de los importantes enclaves militares
romanos del Norte. Entre los restos de estos campamentos y sus remodelaciones, de forma constante se
vienen realizando abundantes campañas de excavación al ritmo del crecimiento y la remodelación urbana de esta capital. Se han logrado extraer muy diversos objetos metálicos tanto de carácter civil como
militar. Actualmente J. Aurrecoechea se encuentra realizando la investigación correspondiente con vista a
su tesis de doctorado sobre los objetos de tipología
militar de este gran yacimiento. Hasta ahora se llevan
contabilizados más de trescientas evidencias materiales. Los objetos metálicos estudiados pertenecen tanto Legio VI Victrix (fundadora del primer recinto con
una reestructuración del mismo hacia el 15/20 d.C.)
(MORILLO CERDÁN y GÓMEZ BARREIRO, 2004: 390)
como de la Legio VII Gemina. De aquella está atestiguada su presencia desde el cambio de era, abandonado el campamento hacia el año 69/70 d.C. Tras la
fundación de la ciudad en torno al 68 d.C. el lugar se
ve ocupado hacia el año 74/75 d.C. por la segunda de
las legiones citadas, permaneciendo allí asentada como único cuerpo de ejército en Hispania hasta, teóricamente y por el momento, el fin del Imperio.
Se han llegado a publicar un variado conjunto de
fragmentos de lorica segmentata de los siglos I a III
d.C. (tipos Corbridge y Newstead) pertenecientes a
ambas legiones, contando este yacimiento junto con
otros de la provincia (Astorga, Lancia, Puente Castro)
con el conjunto mayor y más variado de la Península.
Asimismo ha sido posible localizar los primeros talleres
(fabricae) metalúrgicos (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ,
2006a; 2007) (Figura 4, 1: 3 a 7 y 2: 1 a 5). Además
de otros fragmentos de protectores, como es un pectoral de armadura (lorica hamata) de los siglos III/IV
(AURRECOCHEA FERNÁNDEZ y MUÑOZ VILLAREJO,
2001-02), y el importante descubrimiento de un fragmento de protector laminado para el brazo (manica)
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LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
Figura 2: Majuelos (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ).
fechable en el ¾ del siglo III d. C. (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ et alii, en prensa). Igualmente escamas de loricae squamatae, placa de cinturón (balteus), punta de
pilum y un pinjante de arnés (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ, 2006b: 172-173, 175).
Donde hoy se levanta la ciudad leonesa de Astorga
(que posteriormente en el tiempo sería la capital del
Conventvs Asturicensis -Asturica Augusta-) la primera ocupación romana del lugar corrió a cargo de la Legio X Gemina, en una fecha en torno al cambio de era.
En él permaneció hacia el año 15/20 d.C. trasladándose al territorio de la actual provincia de Zamora, levantando un nuevo campamento (Petavoium) junto a la
vía XVIII del itinerario Antonino que abandona hacia el
año 63 d.C. para trasladarse al campamento de Carnumtum, en el Danubio. Las excavaciones que desde
finales del pasado siglo XX se vienen realizando al ritmo de la expansión urbana de Astorga, han sacado a
la luz objetos metálicos muy diversos entre los que se
encuentran armas y demás implementos relacionados
con los cuerpos de ejército que allí estuvieron asentados. Prácticamente todo el conjunto se encuentra inédito, sólo algunos objetos de los allí aparecidos han sido publicados. Así y con respecto a la actividad militar
se refiere este campamento ha proporcionado mues-
tras de corazas tipo Kalkriese, Corbridge y Newstead
(AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 2007), una hebilla peltiforme altoimperial4 procedente de las “Termas Menores” fechada entre Claudio-Nerón (AURRECOECHEA,
2001: Fig.58-1; 2002: 442 y Fig.1-16) modelo “D” en
la tipología de F. Grew y N. Griffths (1991: 49) (Figura
4, 5), y un pinjante bilobulado de arnés con gancho de
suspensión de tipo “Cabeza de Pájaro” -tipo 7 de Bishop- procedente de la Plaza Calvo Sotelo c/v a Calle
Doctoral (SEVILLANO FUERTES y VIDAL ENCINAS,
2002: 85) que puede ser fechado en la primera mitad
del siglo I d.C.5 (Figura 4, 1: 1 y 2 y 2: 9 a 11).
Las excavaciones practicadas en el Castro de Corporales (Truchas, León) pusieron en evidencia dos fases de ocupación de un poblado minero. Y que como
buena parte de los hallados en el Noroeste, sus habitantes servían de mano de obra en las abundantes mi-
4. En el Museo de León y sin procedencia exacta dentro de la provincia, fueron publicadas hace años dos hebillas peltiformes y una de tipo carnudo
de clara adscripción militar (MAÑANES, 1983: 403, nos 23 y 24),
5. De esta ciudad también se encuentra pendiente de publicación un estudio
de objetos metálicos procedentes de excavación, que lleva a cabo Romana Erice Lacabe dentro del programa de investigación de la Universidad de
León dirige Mª Teresa Amaré.
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
nas de oro de la zona, y que soportaron firmemente la
economía altoimperial romana. Allí y entre el abundante material arqueológico se recuperaron tres restos de armas en hierro. De la Fase 1ª (40-50 a 65/75
d.C.) procede la parte superior de un pilum (punta piramidal y astil de sección cuadrada) (Figura 1, 11), y de
la Fase IIª (70-75 a 100-120 d.C.) un regatón cónico.
La daga prácticamente completa del Sondeo IIIB desafortunadamente no fue posible ponerla en relación
directa con ninguna de sendas ocupaciones (SÁNCHEZ
PALENCIA y FERNÁNDEZ-POSSE, 1985: 149, 194,
228). De la Habitación 11 de la Corona de Quintanilla, poblado de las mismas características fechado
entre 15/20 - 60/70 d.C. lo que suponemos es una
moharra de pila en hierro (Figura 1, 11). Muestra en la
base una placa con gran remache y la propia punta en
sí una sección rectangular que se hace cuadrada en el
extremo aguzado (SÁNCHEZ PALENCIA y FERNÁNDEZPOSSE, 1985: 69, Fig. 27, 127).
Monte Castrelo (Asturias) es un pequeño castro
minero cuyos orígenes se remontan a una ocupación
pre-romana del siglo IV a.C. En época romana alberga
una población cuya actividad principal se ha relacionado con el mantenimiento de la red hidráulica que
abastecía a las minas de Valabilleiro. El hallazgo de una
daga (carente solo de cruceta) y un asa para la suspensión del yelmo6, pone a los excavadores sobre la
pista de la presencia de un pequeño contingente militar a finales del siglo I d.C. cuyas labores estarían relacionadas con el control, la vigilancia y el fisco entre las
poblaciones indígenas a raíz del hallazgo de una tabula censitaria (VILLA VALDÉS, FRANCISCO MARTÍN y
ALFÖLFY, 2005; VILLA VALDÉS, 2003: 131-132; 2007:
42, Lám.12).
Durante la ampliación del cementerio de Cacabelos
(León) se excavó los años 2002 y 2006 por parte de la
“Soc. Coop. Arqueología y Patrimonio”7 este yacimiento que toma el nombre de La Edrada. Las estructuras allí aparecidas, todas ellas de carácter civil,
se edifican y reestructuran entre los ss. I-V d.C., si bien
son testimoniales los hallazgos de esta última centuria.
Entre el material recuperado destaca un fragmento de
pugio que comprende la zona más o menos central
del mismo (parte superior de la hoja con filos marcadamente cóncavos, e inferior de la empuñadura de estructura tripartita), y una moharra de cuerpo alargada
con nervadura central y pequeño tubo cónico para su
enmanguamiento.
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Nuevamente la “Soc. Coop. Arqueología y Patrimonio” excavó los año 2000 - 2001 dos zonas (Sector
– 1, Este y Sector – 2, Oeste) a ambos lados del vial de
acceso al cementerio de la capital de León, debido a
las obras que en ella se pretendían realizar; este lugar
recibe el nombre de Puente Castro. En el primero
destaca una estancia con exedra y rodeándola otras de
tendencia cuadrangular, cuya amortización la sitúa entre los siglos I – II d.C. El otro sector proporcionó junto a una calle parte de una edificación con patio a la
que se adosan otras dos más, una de ellas parece que
se trataba de un taller artesanal y la otra de almacén.
La vida efectiva en este vicus emplazado junto a la vía
que conducía a Legio (actual León) se desarrolló entre
los ss. II-III d.C. Varios han sido los hallazgos relacionados con la impedimenta militar, habiéndose dado
nota de un conjunto de nueve escamas para armadura squamata así como anillas y ganchos de lorica tipo
Newstead8 (AURRECOECHEA, 2006: 179; 2007: 170)
(Figura – 4, 2: 6 y 7).
Bajo la actual ciudad de Palencia se encuentran los
restos de la antigua Pallantia pre-romana (del territorio vacceo) y romana. La inmensa mayoría de las excavaciones llevadas a cabo en la capital al ritmo de su
crecimiento no han sido publicadas, así que nuestras
apreciaciones se realizan en base a un conjunto de objetos metálicos identificados entre los que se custodian
desde antiguo en el Museo Provincial, y que pese a que
no cuentan con procedencia conocida, creemos que
todo este “Fondo Antiguo” del citado museo procede
de los hallazgos llevados a cabo a lo largo del siglo XX
en la ciudad, al ritmo tanto de su crecimiento como
de espaldas a su pasado. Entre ellos, podemos reseñar
varios objetos relacionadas con el arnés equino, como
son remates de correajes (uno de ellos de la brida), así
como pinjantes en forma de lúnula -tipo 9 de Bishop(1988: 154), del tipo bilobulado con el elemento de
sujeción a la anilla del arnés en forma de “cabeza de
pájaro” así como también en forma de hoja -tipos 7 y
4 de Bishop- (1988: 147, 199, 151). Estas últimas se
encuentran recubiertas posiblemente con estaño, y
que además en su anverso presentan grabados vegetales y geométricos. Se fechan estos modelos que hemos citado durante el siglo I d.C. Con los escasos datos de que actualmente se dispone, no es posible
evaluar de forma conveniente el pasado romano que
subyace bajo la actual ciudad de Palencia. Al antiguo
conjunto de materiales arqueológicos descontextualizados de su Museo, producto de un continuo saqueo
a lo largo de todo el pasado siglo XX y al que nadie puso freno por que a nadie le importaba, se une una to-
6. Que se une al conjunto de escasas evidencias que de este tipo de arma
protectora que conocemos en la Península Ibérica (VEGA AVELAIRA, 2006).
7. Agradecemos la información inédita proporcionada por José Carlos Álvarez Ordás y Pablo Rodríguez González, excavadores de los yacimientos, tanto en lo que se refiere a La Edrada como al de Puente Castro que a continuación veremos.
8. En esta misma publicación se proporciona la información de una anilla de
este mismo tipo de coraza procedente de la cercana ciudad de Lancia (AURRECOECHEA, 2007: 170, Fig. 7, 8) (Figura – 4, 2: 8).
410
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
Figura 3: 1 Palencia capital (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 2 - Camazos (Valladolid) (sg. MAÑANES et alii); 3 - Castrillo de la Reina (Burgos) (sg. ESPARZA); 4 - Pinilla de Toro (sg. VALLS y DELIBES).
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
tal ausencia de publicaciones sobre las últimas excavaciones, que pueden llegar a realizarse si el actual
plan urbanístico municipal no lo impide. Se observa
también una ausencia total de cualquier proyecto de
investigación, etc…, etc…, que no produce otra consecuencia sino el hacer desaparecer los ya de por sí
mermados restos que hoy suponemos aún quedan, de
lo que parece fue una antigua y gran urbe en época
romana, de fundación celtibérica.
De Peña Amaya (Burgos) en el Museo de Burgos
hemos podido constatar la existencia una punta de flecha de triple aleta en hierro. Y en aleación de cobre una
placa calada, una hebilla peltiforme con reborde y otras
muy simples en arco de más dudosa atribución militar,
tanto de cinturón como para otro tipo de correajes
(OSABA Y RUIZ DE ERENCHUN, 1970: 48 -vid fotografía-). De un lugar indeterminado en San Esteban de
Gormaz (Soria) ha sido publicada una pequeña hebilla peltiforme a la que se le ha atribuido una tipología
altoimperial y adscripción militar (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 2002: Fig.58.4; 2002: 1,13), clasificándola
dentro del tipo B de Grew-Griffiths (1991: 49).
En el poblado de Sta. Cruz de Camazos (Valladolid) cuya sigillata hispánica evidencia una ocupación
altoimperial del siglo I d.C. (en su último cuarto) y también II d.C. (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006a: 286), procede un pequeño conjunto de tres piezas, formados una
hoja de daga (Figura 3, 2), una punta de pilum con
enmangamiento de tipo cónico y un regatón (MAÑANES y GUTIÉRREZ, 1987: 57-58 y 61). Otra daga pero
esta vez tan solo carente del extremo apuntado de su
hoja parece haberse recogido en La Cuesta del Burro
(Castrillo de la Reina, Burgos). Forjada en hierro con
pomo en forma de “D” al extremo de una estructura
de enmangamiento ya clásica y nervadura central en la
hoja. Carece de cualquier tipo de contexto (Figura 3,
3). Se conserva junto a una punta de lanza procedente del mismo yacimiento, en el Museo del Monasterio
de Sto. Domingo de Silos (ESPARZA ARROYO, 1988:
115-116).
Pese a los extensos trabajos de excavación que durante años se vienen desarrollando en la ciudad de Lugo, y que a través de los cuales se cuenta hoy con un
gran conocimiento acerca de su devenir histórico en
época romana, no se tiene noticia de la aparición de
objeto metálico alguno en relación directa con cualquiera de las unidades militares que por aquellas tierras se sabe estuvieron asentadas en algún momento.
Solo la publicación de un pinjante de arnés de tipo cordiforme (tal vez modelo 5 de Bishop), liso y muy somero en lo formal, nos podría recordar sobre aquello
de lo buscamos (GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, 2005: 129,
nº 24) ya que presenta claros paralelos en lugares -por
citar dos ejemplos- tan emblemáticos como Augusta
Raurica (DECHLER-ERB, 1999: 170, Taf. 30, 589) y Vin-
411
donissa (UNZ y DECHLER-ERB, 1997: Taf. 54), y con fechas del siglo I d.C. Aunque por el momento en absoluto ni podemos ni debemos pronunciarnos de ninguna manera.
II.1.2.2.- Los núcleos civiles de la segunda mitad del
siglo I d.C.
Admitiendo que la presencia militar en los núcleos
habitacionales de población civil es un hecho evidente y de reciente comprobación, y cada vez más probado según avanzan las búsquedas de objetos y datos, lo
cierto es que por ahora no tenemos explicación plausible. Si bien las causas pueden ser variadas, el alto número de lugares parece demostrar que la motivación
es común, sino a todos, sí a buena parte de ellos. Aunque parece coincidir en el pequeño número de objetos
en relación con el volumen total que las excavaciones
extrajeron en cada uno.
En Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) y formando
parte del último momento de ocupación de la llamada “Casa de los Delfines” (54-60 d.C.) así como en la
calle inmediata donde se han centrado buena parte de
las excavaciones, aparecieron los objetos que a continuación vamos a revisar (BELTRÁN LLORÍS, 1998a, nos
325-327; BELTRÁN LLORÍS et alii, 1998b-2: 659-662 y
687-689, Figs. 280 y 290; _____, 1990: 31, nos 294 y
295). Primeramente lo que podría interpretarse como
los restos en aleación de cobre de un cinturón: hebilla
en arco, placa calada y una placa-tahalí para la suspensión del pugio (Figura 4, 6). Como elementos metálicos que más caracterizan al enjaezamiento del caballo destacan dos amuletos que formaban parte del
petral a modo de phalera: uno triple con forma de
amuleto (cabeza de toro-falo-higa) y una pequeña
campanilla (tintinabulum) así como un creciente lunar
que formaba la parte central móvil de otra estructura
colgante de mayores dimensiones. Y una pequeña pieza metálica alargada con decoración moldurada servía como remate, contrapeso y guarnición decorativa
a uno de los correajes, cuya forma nos es conocida
dentro del Tipo 4 de Bishop (1988: 157, Lám.52). También de las Calles II-2, III-3 y VIII-1a y fechados en la
primera mitad del s. I d.C. tres pinjantes más de arnés,
uno bilobulado (Tipo 7 de Bishop), otro en forma de
hoja (Tipo 4) y finalmente el último oval, calado y rematado en palmeta (¿Tipo 2?)9.
9. Fechado en la primera mitad de ese mismo siglo también se fechó una hebilla de cinturón (confundida con un aplique-tirador) de tipo peltiforme
con resalte perimetral interno (BELTRÁN LLORÍS, 1998: 105-9.11.11.5,
Fig.274) del Tipo B en la clasificación de Grew y Griffihts (1991: 49) procedente de lugares de excavación aún no publicados en detalle como es la
Calle VI-3r, de donde procede. No sabemos si la hebilla de correaje procedente de la Insula II-Tabernas A, presenta esta misma problemática (BELTRÁN LLORÍS, 1998: 105-9.11.12, Fig.275).
412
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
Figura 4: 1, 2, 5 - León capital y Astorga (León) (sg. AURRECOECHEA); 3 - Petavonium (Zamora) (sg. VALLS y DELIBES); 4 - Aqvis Qverqvennis
(Ourense) (sg. COLMENERO y VEGA); 6 - Celsa (Zaragoza) (sg. BELTRÁN et alii).
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
Las ruinas localizadas bajo el subsuelo de la actual
ciudad de Logroño han sido identificadas con los restos de la antigua ciudad de Vareia, a orillas del río
Ebro, el cual y según las fuentes escritas (Plinio, N.H, III,
3,21), era navegable desde el Mediterráneo hasta
aquella población. Allí las excavaciones han exhumado
un pequeño lote de objetos pertenecientes al equipamiento de caballería. En primer lugar un pinjante-amuleto de arnés como elemento protector con cabeza de
toro (GALVE IZQUIERDO, 1983) idéntico al visto anteriormente y fechable entre los reinados de los emperadores Tiberio y Claudio, que posiblemente se corresponda con el momento fundacional de la ciudad.
Además, otro pinjante con la forma de una hoja de
bordes lobulados, parte de una hebilla-ajustador con
bisagra, y finalmente el extremo de un correaje en forma de 8 con doble remache para distribuir las riendas
en el caballo.
De la antigua población de Arcobriga (Monreal
de Ariza, Zaragoza) y de entre el gran número de objetos aún inéditos o no publicados de forma correcta
y exhumados en las excavaciones efectuadas a principio del pasado siglo XX, proceden toda una serie de
implementos que pueden ser adscritos a la indumentaria militar, y cuyo número por el momento es difícil
de evaluar. Así, tres hebillas de cinturón de tipo peltiforme con formas de arco y circulo, además de dos
hebillas más de cinturón pero de tipo “cornudo” (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 2002: 402; CABALLERO
ZOREDA, 1974: 44 y 90, Figs.12, nos 9-11), siendo este último un subgrupo de las hebillas rectangulares y
que fueron particularmente empleadas por las tropas
auxiliares en la segunda mitad del siglo I d.C. Además
una placa lisa de doble remache y pequeño baquetón
transversal, varias hojas de dagas forjadas en hierro
con nervadura central y filos con delineación en “S”,
y en lo que al caballo respecta cuatro pinjantes de arnés (CABALLERO ZOREDA, 1974: 42 y 44-45; 22, 3335; MARQUÉS DE CERRALBO, 1988: Láms. LV,13 y
LVIII-1,1-2).
Las recientes excavaciones que desde 1994 vienen
potenciando la conocida ciudad de Iruña (¿Veleia?)
(Álava) están aportando un conjunto de materiales asimilados a la actividad bélica. De lo hasta hoy publicado la mayor parte de él forma un conjunto fechado en
época tardía. No obstante en los niveles más inferiores
fue obtenida una bisagra de bronce con remaches de
latón, cuyos excavadores han puesto en relación con
una lorica o coraza del modelo denominado “Kalkriese” (BISHOP, 2002: Fig. 4-3-1; FILLOY y GIL ZUBILLAGA, 2000: 266) con una cronología entre finales del siglo I d.C. y la centuria siguiente. Thomas (2003: 63,
nº2) la ha incluido en el grupo “Fii” de su relación tipológica. Junto al hallazgo de Augusta Raurica fechado en época flavia son las evidencias más tardías de
este modelo de coraza (THOMAS, 2003: 63, nº 2).
413
Volviendo de nuevo a la Pallantia vaccea (Palencia
capital) la ciudad hasta donde sabemos según los seguimientos de F. Simón y Nieto a principios del siglo
XX, poseyó un conjunto de tres necrópolis -de las que
tengamos noticias- del más alto interés científico entre
la escasa documentación conservada y tanto la calidad
como el volumen de los múltiples objetos dispersos en
museos y colecciones privadas. El cementerio de Eras
del Bosque (entre lo que hoy es la estación de ferrocarril y la salida hacia Santander) podría clasificarse como
la científicamente más interesante entre lo conocido
del Norte peninsular, y la que podríamos considerar
también como una de las más interesantes de España;
hoy se encuentra totalmente arrasada. De este lugar
se tiene constancia de la aparición de los restos de siete dagas que se estimaban desaparecidas, más al cabo de los años hemos conseguido localizarlas.
En la Hispanic Society of America (New Cork) se
conservan escasos restos de una daga de hierro enfundada en una magnífica vaina de aleación de cobre
decorada en la parte superior de sus bordes con dos
grupos de cuatro botones circulares, rematando el extremo inferior en disco (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006a:
285; _____, 1938: 214). Las superficies de ambas caras muestran conjuntos de líneas paralelas en sentidos
diferentes, formando una abigarrada decoración geométrica. Los hallazgos holandeses de Nijmegen (GERHARTL-WITTEVEEN y HUBRECHT, 1990) fechados en el
periodo flavio son los paralelos más directos de este
conjunto, así como también la que procede del área
foral de Conimbriga (ALARÇAO et alii, 1979: 91-92,
Lám.XX-53) justamente de la misma época.
De este mismo lugar proceden dos dagas más que
se encuentran el el Museo de Palencia, y que durante
años se pensó que procedían de un lugar indeterminado de la provincia, e incluso que eran armas indígenas de la segunda Edad del Hierro (SCHÜLE, 1969II, Lám.165-nos 1 y 2). Las empuñaduras (de la cual
falta buena parte en la segunda de ellas) están formadas por dos láminas con engrosamiento central y
sección a doble vertiente que se remachan a una espiga central plana como prolongación de la hoja, formando una estructura tripartita. Las hojas muestran
filos con delineación en “S” muy suave y nervio central. Tan solo una de las armas conserva la estructura
de su vaina también en hierro soldada por la corrosión (Figura 3, 1). Dos bandas sujetan las cantoneras
de sección en “V” por donde se deslizan interiormente los filos del arma, rematando en un disco que lleva
grabada una cruz griega en el anverso. Tanto por su
estructura como por sus paralelos estos objetos han
sido fechados -no con demasiados datos y muchas incertidumbres- hasta Claudio (SCOTT, 1992: 160-161).
Hemos llevado la fecha de estas armas desde lo más
probablemente- el cambio de era (FERNÄNDEZ IBÄÑEZ, 1999b), o con cautela y no demasiada certi-
414
dumbre hasta época flavia (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ,
2006: 285-286).
Dos dagas más se encuentran expuestas en la colección Fontaneda (Ampudia, Palencia) y en estos momentos nos hallamos realizando su estudio. Resultan
extraordinariamente interesantes debido a su morfología. Una de ellas se encuentra en un estado de conservación excelente, tratándose de una empuñadura
dobleglobular con una complicada estructura quíntuple en base a láminas de hierro y aleación de cobre. La
hoja, prácticamente intacta, presenta filos levemente
sinuosos, fino nervio central y caras decoradas con líneas onduladas. Posiblemente nos encontremos ante
un objeto al que pueda darse una cronología en torno al cambio de era. La otra daga, no menos interesante, podría ser incluida en el mismo grupo flavio del
que anteriormente hablamos y en el que hemos incluido la otra vaina procedente de esta necrópolis (hoy
en New York) y la de Conimbriga. Su daga en hierro,
soldada por la oxidación en el interior y de la que conocemos por un antiguo dibujo que estaba completa,
hoy carece de empuñadura. La vaina que al igual que
la hoja presenta filos sinuosos pero que carece de la
mitad inferior que remataba en un disco que hoy no se
conserva, está formada por dos estructuras. El anverso en aleación de cobre y la placa del reverso en hierro. Veinte remaches decorativos fijaban firmemente
cuatro laminillas y que sustentaban otras tantas anillas para la suspensión en el baltesus. Un calado cuadrangular central compartimentado en cuatro vanos
actuaba como efecto decorativo. Finalmente, en el
Museo Arqueológico Nacional de Madrid se conserva
la lámina de anverso de otra vaina de daga muy parecida a la de New York de esta misma necrópolis. Es de
aleación de cobre y se encuentra decorada mediante
grabados de paquetes de líneas paralelas, doce remaches decorativos (de los que se conservan nueve) abrazaban otras tantas anillas (de las que se conservan dos)
de suspensión.
De las excavaciones practicadas por A. Shulten entre 1905 y 1912 en la ciudad de Numancia (Soria)
proceden nueve fragmentos de dagas (SHULTEN,
1931: Taf. 39 y 58) que guarda el Museo Numantino,
y que los investigadores siempre las han considerado
como armas indígenas celtibéricas. Cinco son empuñaduras o fragmentos, tres son hojas y solo una comprende ambos elementos. La mayor parte de ellas presentan características comunes sobre todo en cuanto
a la estructura tripartita de las empuñaduras, que permitiría enmarcadas en el siglo I d.C. sin poder hacer
más precisiones pues carecen de contexto estratigráfico. Uno de los puñales es de particular interés, ya que
se trata de un pugio bigobular de época augustea, del
mismo tipo que veremos apareció en la necrópolis de
Eras del Bosque (Palencia). Estas armas sólo son una
muestra de lo que en realidad debió haberse hallado
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
en aquellas ya lejanas campañas de excavación, y muy
probablemente existan más objetos de este emblemático yacimiento a los que pueda ser atribuida una función militar.
Como colofón a este apartado de los hallazgos en
núcleos civiles, hemos de hacer ciertas reflexiones en lo
que desde hace tiempo nos viene suscitando sorpresa
y por ende haciéndonos reflexionar en torno al hecho
poco habitual, de la presencia militar en estas grandes
urbes. En principio nos podría resultar un hecho hasta cierto punto comprensible, pero analizando los conjuntos metálicos a partir de los cuales realizamos estas
primeras deliberaciones sus características intrínsecas,
geográficas, de cronología y contextuales, comenzamos a vislumbrar un comportamiento social determinado. Llevamos varios años abordando esta específica
investigación, paulatinamente y al ritmo de los hallazgos y las reflexiones propias y ajenas. Exponiendo sucintamente los datos observamos hasta el momento,
en principio parecen repetirse cierto número de patrones, al menos en un momento concreto como es la
segunda mitad del siglo I d.C. Este fenómeno lo hemos constatado en varias civitas de nuestra área de estudio como es el Norte de la Península Ibérica, y de las
cuales hemos dado cuenta líneas atrás. Pero no de forma exclusiva, ya que en el resto de la península (como
veremos con posterioridad) también parece repetirse el
esquema que aquí esbozamos, y sobre las cuales no
contamos por ahora con suficientes datos ni materiales ni documentales.
Estos conjuntos de objetos no son numerosos, ni
por sí mismos ni mucho menos en proporción al volumen que de otro tipo de materiales son recuperadas
en las -normalmente- extensas áreas de excavación
que suelen practicarse en este tipo de vastos yacimientos. Suelen estar compuestos por elementos específicos mayoritariamente en aleación de cobre y que
forman una parte muy determinada de la indumentaria humana, así como también una parte específica de
los elementos decorativos del arnés del caballo. De esta manera vemos el cinturón (hebillas-placas, tahalíes
y otros aditamentos decorativos como placas o guarnicionería diversa: botones en “L”, etc…) y el arma
blanca que de él pende (en hierro) así como su vaina
o funda. De la montura equina generalmente los pinjantes que decoraban el petral, como puedan ser las
de tipo hoja plaqueadas de estaño, bilobuladas (cabeza de pájaro), trífidos o bien en forma de amuletos
protectores de características sexuales dobles o triples
(falo-higa, falo-higa-testículos, etc…); también campanillas (tintinabulae), etc… No contamos con datos
como para adscribir a este conjunto a las moharras de
lanza, un tipo de arma cuya aparición es común.
El por que de la presencia de este tipo tan concreto de objetos, a quién deberíamos atribuirlos y la mo-
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
Figura 5: Necrópolis de Ateabalsa (Navarra) (sg. PÉREX y UNZU).
tivación de los individuos a quienes perteneciesen, son
las preguntas últimas y fundamentales de las pesquisas. Por el momento es difícil dar respuestas categóricas debido fundamentalmente al momento actual de
nuestros conocimientos, dado que es un descubrimiento relativamente reciente y que por lo tanto carecemos de ayudas por parte de otras fuentes documentales y/ arqueológicas. Hace unos años y como
primera propuesta nos inclinamos por atribuir su presencia no a cuerpos de intervención en activo, sino a
ciertos veteranos que tras haber finalizado la honesta
missio, se instalan (o establecen una de sus residen-
415
cias) en las ciudades y/o
en ellas quizás llevan a
cabo una carrera política (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006a: 287-288).
Serían indígenas, ex-soldados de los cuerpos
auxiliares de caballería
(alae et cohortes), una
vez licenciados y conseguida la ciudadanía romana así como cierto
capital y posición social.
Conservarían -tal vez como recuerdo- lo que
identificaba la condición
de soldado como tal, e
incluso cuando vestía de
civil. Así como también
lo que le caracterizaba
tanto a él como perteneciente a un cuerpo de
caballería, como a su inseparable compañero
de fatigas. Tras su muerte eran enterrados con
todo ello, quizás en un
lugar específico dentro
de los cementerios. Por
lo tanto, tal vez todo esto responda más que a
un simple comportamiento. En España no
se conservan como en
otros lugares del Imperio ni demasiadas inscripciones de veteranos
ni tampoco diplomas de
licenciamiento, ciudadanía y connubium que
nos pudieran aportar
más luz al problema. En
alusión a esto último recordamos el hallazgo de
un diploma en Tvriaso
(BALIL, 1989; BELTRÁN
LLORÍS, 1990), en el que su dueño una vez concluyó su
carrera militar en cohortes y alas de caballería del ejército de Britannia, se instaló en la zona; la fragmentación del objeto no nos permitió obtener más información.
Lo expuesto se encontraría en clara discordancia
con lo que expusieron Feugère y Bishop, salvando lógicas diferencias materiales, geográficas… lo que tal
vez haga diferente la interpretación. El primero de los
autores citados y según lo observado por él en los opida y acantonamientos militares con respecto a la ma-
416
siva aparición de pinjantes de arnés, lo interpreta como la presencia de una policía militar (FEUGÈRE, 1983:
59). Mientras que el segundo ve en estas evidencias la
presencia de caballería auxiliar; tracia para más señas
(BISHOP, 1988: 123-125).
Volviendo a otros emplazamientos del Norte peninsular, en la población navarra de Espinar fueron excavadas medio centenar de tumbas en la necrópolis
de incineración de Ateabalsa (PERÉX AGORRETA y
UNZU URMENETA, 1997-98), y que estuvo en uso durante los siglos I y II d.C. Una parte de los ajuares quizás fechables en torno a la segunda centuria estaba
compuesto por armas: diecinueve puntas de lanza (en
forma de hojas de sauce y losángicas, una daga de hoja con filos en “S” y nervadura central y una punta de
dardo) (Figura 5). Todo parece indicar que algunas de
las sepulturas pertenecían a soldados, quizás una
guarnición acantonada en el núcleo civil cercano creyéndose se trata de la mansio Iturissa citada en el itinerario Antonino y por Ptolomeo, Quizás, controlase la
vía que desde Pompaelo se dirigía a Aquae Tarbellae,
al otro lado del Pirineo.
II.2.- La segunda centuria: Unidades militares de
auxiliares
Hispania y en general todo el Imperio en época antonina, a partir de los datos históricos de que se disponen y que la arqueología corrobora gozó de una
prosperidad evidente. Ante la ausencia de conflictos, al
menos de importancia, la presencia de un alto número de tropas no resultó necesaria. Pero lo curioso de
esta situación y pese a los problemas que cada vez con
más insistencia surgían en las diferentes fronteras, en
Hispania se mantiene una legión y varias fuerzas auxiliares acantonadas en sus respectivos campamentos;
eso sí, con movimientos frecuentes como corresponde
a cuerpos auxiliares (cohortes y alas) de rápida intervención. Y por lo tanto este siglo resulta una continuidad respecto al anterior.
En el campamento de A Cidadela (A Coruña) es
un recinto que contuvo entre los últimos años del siglo I d.C. e inicios de la centuria siguiente y hasta el siglo IV d.C. en que fue abandonado de forma pacífica,
a una de las unidades auxiliares cuyo epíteto conocemos por un buen número de tégulas selladas (Cohors
I Celtiberorum). Esta cohorte Equitata la han situado
buena parte de los investigadores en el área territorial
de la civitas de Iuliobriga (Cantabria), en función de la
interpretación que han realizado de su alusión en la
Notitia Dignitatum (XLII, 30) (AJA SANCHEZ, 2002)
aunque por ahora no existen datos para este aserto. El
material metálico que las excavaciones extrajeron se
encuentra en estudio por parte del director del proyecto J. M. Caamaño y T. Vega. Sólo algunos objetos
de nuestro interés han sido publicados, así: como ar-
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
mamento ofensivo dos moharras de lanza una de hoja lanceolada y la otra ligeramente losángica, y un regatón cónico con extremo aguzado de sección cuadrada (CAAMAÑO GESTO et alii, 2000: Fig. 2). Como
armamento defensivo siete fragmentos de láminas correspondientes a una lorica squamata (BELLO DIÉGUEZ, 1991: 8 y 118), modelo “iii” de la clasificación
tipológica establecida por Von Groller (BISHOP y
COULSTON, 1993: Fig. 51-1).
Las excavaciones que durante un cuarto de siglo se
han venido realizando en el campamento de Aqvis
Qverqvennis (Ourense) han deparado un gran volumen de información recogido recientemente en una
monografía, única por el momento en nuestro país en
lo que se refiere a la publicación de una moderna intervención arqueológica en un emplazamiento militar
romano. En aquella re recoge el apartado correspondiente a los objetos de metal (VEGA AVELAIRA,
2006a), entre los que se encuentran armas ofensivas
representadas mediante puntas de lanza y regatones,
puntas de flecha, puntas de saeta de artillería y dos
fragmentos de lo que fueron largas espadas de caballería (spathae). Defensivas como es un soporte (apex)
de cimera (crista) en forma de “Y” perteneciente a un
yelmo de tipo Weisenau (VEGA AVELAIRA, 2006b:
479). También varias tachuelas de sandalia (clavi caligae) (Figura 4, 4). Con una vida útil desde los primeros años de la dinastía flavia hasta los últimos del reinado de Adriano, el tamaño de recinto lo hace apto
para una unidad auxiliar cuyo epíteto está aún por determinar. Muy posiblemente se trate de algunas de las
adscritas a la única legión establecida por aquellas fechas en suelo hispano (Legio VII Gemina), como puedan ser entre las conocidas: Cohors I Celtiberorvm, Cohors I Gallica, Cohors II Gallica, Corhors II Lvcensivm o
Ala II Flavia.
En torno al año 80 d.C. el área campamental de
Petavonium (Rosinos de Vidriales, Zamora) que como vimos anteriormente estuvo fundada por la Legio
X Gemina, es nuevamente ocupada por una unidad
auxiliar que permaneció en ella hasta finales del siglo
II d. C. Su epíteto lo conocemos en función tanto de
las tégulas empleadas en sus construcciones como por
la epigrafía en piedra; nos referimos al Ala II Flavia (CARRETERO VAQUERO y ROMERO CARNICERO, s/f). Se
sabe de la existencia de un buen número de objetos en
metal de carácter tanto civil como militar a tenor de
lo que permanece expuesto en la vitrina correspondiente en el Museo de Zamora (fíbulas, puntas de lanza losángicas, arreos de caballo, daga, escamas de coraza, pinjantes, etc…) (GARCÍA ROZAS, 1999: 39-40)
y de algunas publicaciones más o menos detalladas
(extremos de correajes, tachuelas decorativas, anillas,
colgantes, apliques…) (SARABIA HERRERO et alii,
1995), aunque la mayor parte permanece inédito. Los
objetos decididamente más sobresalientes que hasta
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
417
ahora conocemos de aquella unidad militar son dos
carrilleras de yelmo (bucculae) en aleación de cobre,
únicas hasta la fecha en la Península Ibérica (MARTÍN
VALLS y DELIBES DE CASTRO, 1990) del siglo II d.C.
aunque sí conocidas por otros paralelos europeos (Figura 4, 3). Corresponden a yelmos de caballería de distinto tipo con un sentido marcadamente de exhibición
militar, sobre todo uno de ellos. Este, con una bella
decoración repujada en base a la escena de un Pegaso en actitud de vuelo y de un águila en reposo conserva restos de plaqueado de estaño o plata (carece
de análisis), correspondiendo al modelo denominado
Guisborough. La otra carrillera lisa y como motivos decorativos simples porta unos botones y se correspondería a un yelmo de tipo Weissenau (VEGA AVELAIRA,
2006b: 475-477).
Muy cerca de la loma donde se supone el emplazamiento de la civitas Iuliobriga (Cantabria), la casualidad exhumó sin contexto una daga completa de
características singulares (GARCÍA Y BELLIDO, 1963:
200-201). Muestra empuñadura en “T” invertida, pomo en creciente lunar con pequeñas semiesferas decorativas en relieve y engrosamiento central (Figura 6),
cuyos hallazgos son tan escasos en la Península Ibérica10 como en el resto del Imperio. La hoja, de tipología
más antigua que la propia empuñadura, tiene una afilada punta al extremo de una hoja con filos muy sinuosos y acanaladuras en ambas caras. Podríamos hacerla corresponder con la misma tipología que la daga
de Sotopalacios (Burgos) (MONTEVERDE, 1957), que
si bien presenta una empuñadura con pomo en creciente lunar al igual que la daga de Cantabria su hoja
es diferente, más ancha y con filos muy levemente sinuosos. También hallada de forma casual en el yacimiento denominado como La Cendrera. Sendas armas
presentan paralelos formales a las inglesas de Londres
o Bar Hill del siglo II d.C., y también con los austríacos
de Künzig fechados en el siglo III d.C. (BISHOP Y
COULSTON, 1993: 112 y 135; FERNÁNDEZ IBÁÑEZ,
1999c) entre otros. Reuter propone la denominación
epónima de Künzing para este tipo de arma, más en
concreto para su empuñadura (REUTER, 1999). Podría
pertenecer a efectivos auxiliares, con el handicap de
encontrarnos en unas fechas en las que el pugio la investigación pensaba que habían desaparecido del equipamiento reglamentario del soldado romano, aunque
este aserto es un extremo aún no corroborado y que se
basa en el simple hecho de los muy escasos hallazgos
efectuados hasta la fecha. Si bien esta creencia parece
ir poco a poco desvaneciéndose ante -si bien es verdad- muy lento incremento de los hallazgos.
10. En la parte superior de la estela funeraria de Beloño (Ponga, Asturias) -hoy
en el Museo de Oviedo- dedicada a Septimio Silo, muestra un grabado
donde se reproduce un puñal de similares características (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2004: 211; 2006: 294).
Figura 6: Iuliobriga (sg. G. BELLIDO, algo modificado por el autor).
Otra daga que presenta una topología peculiar es
la que procede del yacimiento de Las Minas (Pinilla
de Toro, Zamora) (Figura 3, 4). Nuevamente muestra
una empuñadura en “T” invertida, estructura tripartita con pequeño engrosamiento central, y un curioso
pomo formado por dos glóbulos con una pequeña depresión en el centro, elemento que podríamos denominar como “pomo en mariposa”, por un simple parecido formal. La hoja es triangular con nervio a todo
lo largo de sus dos caras. Desafortunadamente de nuevo procede de una muestra recogida en superficie
(MARTÍN VALLS Y DELIBES DE CASTRO, 1975: 461463). Por el momento se trata de un hallazgo aislado
de tipología nada usual y por lo tanto difícil de valorar
adecuadamente según nuestros actuales conocimientos. Hoy como en otras ocasiones el arma formalmente más parecida es la que procede de Buciumi (Rumanía), fechada en el siglo II d.C. (BISHOP Y COLUSTON,
1989: 74-75), cuya hoja levemente sinuosa también
posee un refuerzo central a todo lo largo de su hoja.
418
No obstante en el apartado siguiente comprobaremos
como la daga hallada en Huelva es posible que podamos incluirla dentro de este -por así decirlo- grupo tipológico, caracterizado por la singularidad de sus empuñaduras.
III.- EL RESTO DEL ÁREA PENINSULAR
En este apartado que es complementario al anterior, se encuentran reunidos los hallazgos metálicos directamente relacionados con la indumentaria militar, y
que han aparecido en el resto del territorio español;
más algunos comentarios sobre los hallazgos en el vecino Portugal. Este compendio reúne el seguimiento
bibliográfico que venimos llevando a cabo durante
años y del cual hace tiempo publicamos un breve
avance (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2002b). El conjunto reunido es muy escaso en comparación con el área septentrional. Esto ha provocado entre otras cuestiones
una total ausencia de historiografía investigadora, toda ella muy reciente. Carencia, que se suma al encontrase aún buena parte de lo realmente descubierto en
los almacenes de nuestros museos, a la espera de la
visita e identificación que un especialista.
Debido a la desmilitarización que durante los siglos
del Alto Imperio lógicamente se vio sometida esta gran
área geográfica debido al alto grado de dominio y sobre todo de aculturación por parte de Roma (salvo momentos excepcionales), la presencia de contingentes
militares fue destacadamente inferior a lo visto y explicado para el Norte peninsular, sobre todo en lo que
a castramentación se refiere. Más ello no es óbice para su total inexistencia, y de ahí lo que a continuación
relacionamos. Pero esta presencia responde así mismo
de forma lógica a otras motivaciones y circunstancias
difíciles de ponderar en el momento actual de nuestro
conocimiento. En definitiva, responden a un conjunto
de hallazgos buena parte de los cuales se encuentran
descontextualizados o con muy escasos datos, cuya reducida información es aportada mayoritariamente por
los propios objetos en sí identificados a través de la tipología comparada. De esta manera las apreciaciones
y comentarios que hagamos serán individualmente escuetos e inconexos entre los diferentes hallazgos, ya
sean individuales o en grupos. Desde luego poco que
históricamente poder aportar a la información en
cuanto al devenir histórico de cada región. A partir de
estos datos será la investigación futura la que deba
profundizar e incrementar el conocimiento y dar respuesta a esta presencia material de la milicia en el devenir histórico de cada región.
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
donde sabemos existe una colección11 de la cual solo
han sido citados unos pinjantes de arnés de tipo vegetal -tipo 4 de Bishop- (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 1995: 78, nota 67; TREMOLEDA, 2005: 81) y una
hebilla peltiforme (que posee una pequeña placa de
adaptación al cuerpo orgánico del cinturón al que perteneció) (Figura 7, 1) (PALOL, 1969: 151, Fig. 26, 1). El
conjunto se encuentra pendiente de publicación por
parte de R. Erice (com. personal que agradecemos). En
torno a este gran núcleo urbano y desde inicios del siglo I d.C., fueron creciendo una serie de explotaciones
de tipo agrícola y ganadero de mediano tamaño (calculado este en unos 125-150 ignea), donde la pujante economía producto del comercio diera salida y rentabilidad a los productos allí generados (CASAS
GENOVER, 2003: 5-6, 251-252 y 290). Así las excavaciones practicadas en los latifundios de Tolegassos y
de Oliver d´en Pujol han arrojado una pequeña serie de evidencias que llaman nuestra atención. De la
primera de ellas un cierre de hebilla curvo y con pasador transversal (BISHOP, 1988: 169) (CASAS I GENOVER y SOLER FUSTÉ, 2003: 36-39, Fig.15, 19-1) provenientes de la ocupación augustea. De la segunda un
fragmento de un más que conocido botón o abrochador en “L” que lo fechan en torno al cambio de era
(CASAS GENOVER, 1989: 19-46, Fig.14-12). Finalmente es Santa Mª de Sales (Viladecans, Barcelona),
en cuya Fase IIa de la excavación fechada en el siglo I
d.C. fue hallado un pinjante de arnés de tipo “trífido”
(tipo 1 de Bishop) identificado erróneamente como un
aplique de mueble (MENÉNDEZ I PABLO y SOLÍAS I
ARÍS, 1998: 176, Fig.12, 13 y 17). La interpretación de
todos estos hallazgos es controvertida fundamentalmente por su escaso número, así como el origen de
tales objetos. Pero quizás podríamos aventurar como
hipótesis germinal, el que fuesen una muestra de las
actividades de sus dueños tras el cumplimiento de sus
ineludibles labores previas en el ejército, y haber sobrevivido, tal y como apunta Black para Britannia
(BLACK, 1994) o Aurrecoechea para la cuenca media
del río Tajo (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 1995: 87).
Siguiendo nuestro recorrido geográfico hacia el
Sur, hallamos en la antigua Iluro (actual Mataró) otro
pinjante de arnés de tipo luniforme (tipo 9 de Bishop),
aunque un modelo poco usual ya que sus extremos se
juntan y unen a una pequeña esfera. Fue hallado en el
contexto civil de una taberna y fechado en la primera
mitad del siglo I d.C. (CELA et alii., 1994: Lám.12,
nº15). También procedente de las antiguas excavaciones en Solsona proviene un conjunto relacionado con
la caballería y formado por un pinjante alado, una espuela y una hebilla de cinturón en forma de “D” (SE-
III.1. El territorio español
Comenzando este recorrido por el Este nos topamos con el área catalana de la cual poseemos más
bien escasa información. En Ampurias (Girona) de
11.Y que desconocemos; quizás, con las características que hemos expuesto
para otras ciudades del Norte y otras áreas peninsulares en cuanto a la tipología de los objetos que allí suelen ser comunes.
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
RRA VOLARÓ, 1924: Lám. XIV, C). Podríamos asegurar
que enclaves tan principales como por ejemplo la ciudad de Tarraco, capital del Convento, debe contar con
abundante material militar aún por reconocer, y como
muestra un par de estos mismos elementos para la decoración del petral fueron hallados en el área del cementerio paleocristiano (DEL AMO GUINOVART, 1994:
173, Figs. 14-15; SERRA VILARO, 1928: XXXV; 1929:
LXVI; 1935: XXIX). Los fecha aquella autora en época
tardía aunque son modelos del siglo I d.C., y aunque
difíciles de situar exactamente en la tipología de Bishop, en la generalidad podríamos hablar de tipos 1 y
2 de su esquema.
En la provincia de Castellón se encuentra el poblado de Sant Joseph (La Vall d´Uixió) entre cuyos objetos de metal encontramos nuevamente un par de
pinjantes (ROSAS ARTOLA, 1980: 201-202), uno de
los cuales (nº 9) se correspondería con modelos altoimperiales. Fechado todo este gran conjunto metálico en el ¾ del siglo IV d.C., acertadamente Aurrecoechea (1995-96: 78) lo considera excesivamente bajo
retrasándolo hasta la segunda mitad de la primera
centuria.
De la excavación practicada en el Solar de la Morería de Sagunto (Valencia) proceden un par de objetos
como es una magnífica placa en aleación de cobre decorada mediante esmalte (ss. II-III d.C.) no con demasiados paralelos en el Imperio y única por el momento en la península. Y también lo clasificado como un
contrapeso de mandil que fechan los autores en época flavia (LÓPEZ BRAVO y DELAPORTE, 2005: 167168), un paralelo formalmente cercano e interpretado
como tal lo encontramos por ejemplo en Mainz (BISHOP, 1992: Fig. 17, 9). Aunque la explicación última
para este objeto nos la proporciona el hallazgo húngaro de Tihany, donde la excavación de un caballo con
todo su arreo supuso un excepcional hallazgo para poder saber que piezas metálicas son las decorativas y
cuales funcionales, su cantidad y su posición exacta.
Varias de ellas son idénticas tanto al hallazgo saguntino como al alemán (PALÁGYI, 1990: 25 y 27), identificándose como colgantes de la cabezada.
En el Sur de la costa levantina y más concretamente en la provincia de Alicante hemos identificado un
par de objetos provenientes de otros tantos yacimientos. De las antiguas excavaciones en el poblado de La
Alcudia (Elche), antigua Ilici, procede un botón en “L”
de cabeza circular-plana y desarrollo triangular calado
(RAMOS FOLQUÉS, 1962: Lám. XCVI, 51a) que podría
englobarse en el grupo V (posiblemente sub-grupo
“a”) de la tipología de Wild (1970: 139). Del Tossal
de Manises y en contexto del siglo I d.C. procede un
pinjante difícil de clasificar, calado en su centro, y que
según la lista de M. Bishop citada tantas veces en es-
419
te trabajo quizás coincidiría aproximadamente con el
modelo 4f.
No cabe duda que donde la casualidad ha puesto
a un especialista el panorama investigador ha cambiado por completo; este ha sido el caso de la meseta Sur
(Comunidades Autónomas de Madrid y Castrilla la
Mancha). J. Aurrecoechea recogió en un completo estudio cierto material de tipología militar en los museos de gran área peninsular, y más en concreto el que
tenía que ver con el atalaje metálico del cinturón del
soldado (balteus / cingulum) y los implementos del
arreo equino a lo largo de los cinco siglos del imperio
(AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 1995-96). Con respecto a los siglos altoimperiales que aquí analizamos y
mayoritariamente los de las provincias de Madrid (Estremera, Puente Viezma, Maqueda, Valdocarros, Alcalá), Toledo (Ocaña, Villasequilla de Yepes, El Quinto,
Magán), Cuenca (Valeria, Culebras, Villas Viejas) y Ciudad Real (La Bienvenida) se ha reunido y estudiado en
profundidad un alto número de hebillas de cinturón
(peltiformes con y sin enganche trapezoidal y en “D”)
así como placas, botones en “L”, faleras, pinjantes y
otras decoraciones de arnés en variados modelos, ajustadores y contrapesos de correas, fechables todos ellos
según quedó allí constatado entre los siglos I y II d.C.
(Figura 7, 2 a 8). De tal manera, que entre otras cuestiones el autor demostró una presencia militar ineludible en la cuenca media del río Tajo difícil de interpretar por ahora, debido a que la mayor parte de los
yacimientos de donde procede todo el utillaje no se
encuentran ni estudiados ni excavados. En la provincia
de Albacete conocemos media docena de objetos: dos
pinjantes (uno de ellos alado), tres faleras y un colgante de arnés en forma de gota (ABASCAL PALAZÓN
y SANZ GAMO, 1993: 203, 220, 239, 243,286 y 288).
Y finalmente en la provincia de Madrid sería importante estudiar el material exhumado por E. Cuadrado
en sus excavaciones en el poblado de la Oliva (CUADRADO, 1991), ya que entre el gran volumen de objetos y útiles metálicos donde hace años identificamos
evidencias militares republicanas (FERNANDEZ IBAÑEZ,
2002: 78-80), es probable la presencia militar altoimperial (MONTERO RUIZ y SEJAS DEL PINAL, 2003-04)
como también parece poderse rastrear en época tardía.
Como en otros casos anteriores es fácil pensar que
en la también amplia zona del Sur peninsular que en
época romana comprendía la región Baetica y que hoy
aproximadamente coincide con los límites políticos de
la Comunidad Autónoma de Andalucía, los hallazgos
de indumentaria militar también debían de estar presentes pese a ser una de las áreas peninsulares más romanizadas. En efecto, en la provincia de Sevilla hace
años aparecieron en el término de Aznalcázar y en
un ambiente de necrópolis como ajuar de una tumba
cinco contrapesos de mandil (AURRECOECHEA, 2001)
420
(Figura 8, 1 y 2), elemento decorativo del uniforme y
distintivo de la condición de soldado de infantería altoimperial compuesto por tiras de cuero (en número
variable) y aditamentos decorativos en aleación de cobre con recubrimiento de estaño, tal y como demuestran las estelas funerarias renanas de soldados o el hallazgo de Mainz. Colgaba de la parte delantera del
cinturón a modo de delantal (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ,
2003: 74-76). Ya hace tiempo ya quedó demostrada
su ineficacia en la contienda en contra de lo que se venía suponiendo (BISHOP, 1992). Son tan característicos
del momento Flavio como los objetos de similares características aparecidos en Teba (Málaga), pero esta
vez junto a tres apliques (dos circulares y uno oval) con
representaciones del emperador y una cuadriga a la
carrera. Son objetos ya conocidos en otras zonas del
antiguo imperio (FEUGÈRE, 1985), y formando una
conjunto se remachaban decorando todo lo largo de
cada una de las correas de cuero que el contrapeso
antedicho procuraba mantener vertical por simple gravedad.
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
Otros hallazgos de esta zona meridional son, un
pinjante peltiforme proveniente de Monturque (Córdoba) (GALEANO CUENCA y GIL FERNÁNDEZ, 1994:
64), un posiblemente nuevo pinjante trífido (?) hallado en las antiguas excavaciones practicadas los años
1945-46 en el yacimiento de Asta Regia (Cádiz), junto a un botón en “L” (ESTEVE GUERRERO, 1950: Lám.
XXVI). En esta misma provincia un nuevo elemento de
estas características lo hemos localizado en las excavaciones de Carteia (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2002: 80;
PRESEDO VELO et alii, 1982: 65). Hallado en un lugar
indeterminado de la provincia de Huelva pero hoy
custodiado en el Museo de Cádiz, es conocida una singular daga que por ahora no ha recibido el estudio en
profundidad que merece (QUESADA SANZ, 2000).
Aquí de nuevo vemos la comunión entre la antigüedad de una hoja con reforzamiento central y afilada
punta al extremo de filos sinuosos, junto a una empuñadura que pensamos fuese más moderna. Casi de inmediato nos recuerda al modelo ya visto de “pomo en
mariposa” del que formarían parte los puñales de Pinilla de Toro (Zamora) y Buciumi.
Figura 7: 1 - Ampurias (Girona) (sg. PALOL); 2 - Estremera (Madrid); 3 - Villasequilla de Yepes (Toledo); 4, 6, 7, 8 Ocaña (Toledo); 5 Valdocarros (Madrid) (sg. AURRECOECHEA); 9 - Carteia (Cádiz) (sg. PRESEDO et alii).
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
Finalmente, entre el material arrebatado a uno de
los dos pecios (el de época romana ya el que el otro
era púnico) situado frente al cabo de Moro Boti (Cabrera, Islas Baleares) se encuentran tres yelmos en
bronce de tipo Weisenau (VEGA AVELAIRA, 2006b:
469-472) (Figura 8, 3). De tamaños ligeramente diferentes se nos mostraban casi completos y su morfología comprendía un capacete semiesférico, amplio
guardanuca, visera y soporte de apex o portacimera
habiendo desaparecido las carrilleras; actualmente siguen siendo los tres más completos hallados en toda
la Península Ibérica. Por el material arqueológico que
los acompañaba se fecharon en el primer cuarto del
siglo I d.C. (VENY, 1979). Hace años dos de ellos formaban parte de colecciones privadas mallorquinas,
mientras que el tercero está para la ciencia en paradero desconocido. Asimismo y nuevamente en un
contexto de pecio al Sur de la Isla de Mallorca (Ses Salines), extracciones clandestinas recuperaron ilegalmente varios objetos que apuntaban una fecha de la
segunda mitad del siglo II d.C. (FEUGÈRE, 1993: 266;
PARKER, 1978). De entre ellos, se tiene el conocimiento de la aparición de una espada y un yelmo que se ha
propuesto sea nuevamente de tipo Weisenau (VEGA
AVELAIRA, 2006b: 482).
III.2. Algunos comentarios sobre militaria
romana en Portugal
Respecto a los hallazgos realizados en el vecino
país portugués hemos de hacer obligadamente ciertos
comentarios, aunque éstos deberán ser razonablemente escuetos. No existe una gran tradición en las investigaciones en torno al estamento militar romano,
ni tampoco en lo que a los implementos metálicos del
ejército se refiere. Estas son facetas más bien recientes
en los estudios de su antigüedad clásica, si bien es verdad también, que por el momento se centran de forma exclusiva en el período republicano donde se conoce una abundante documentación arqueológica
(FABIÃO, 2007). No tenemos noticia publicada en lo
que al periodo altoimperial se refiere, aunque sabemos gracias al Dr. C Fabião (a quien agradecemos la
comunicación personal) qué material existe, aunque
pendiente de limpieza y los necesarios tratamientos de
conservación.
No obstante, y jugando con la posibilidad como
ocurre en España según lo que hasta ahora hemos visto exista material “camuflado”12 en publicaciones y
museos sin que hasta el momento haya sido puesto
en valor, desde hace años la comunidad científica conoce un interesante conjunto recuperado en las exca-
12. Como ejemplo nos referimos a la hebilla de cinturón citada por Aurrecoechea (1999: 53), con referencia a la hebilla encontrada en la necrópolis
de Paredes (Alenquer) (HORTA, 1970: 65, 73-74 – Fig.4, 25).
421
vaciones en un entono civil; nos referimos a la civitas
de Conimbriga (Coimbra) (ALARCÃO, J. et alii, 1979:
85-107, Láms. XVIII-XXIII y LVIII). Aquella investigación
cuya planificación, estudio, publicación y conservación
siguen siendo ejemplares a día de hoy, arrojaron un
total de 126 objetos relacionados con la impedimenta militar humana y equina. Armas, piezas de arnés y
apliques diversos (tal y como fueron clasificados), la
mayoría de ellos cronológicamente fueron adscritos a
la segunda mitad de siglo I d.C. y a momentos tardíos
y tardoantiguos (siglos IV – VI d.C.) (Figura 8, 4), no
faltando algún arma -caso de una moharra de pila- de
época augustea. No obstante buena parte de ellos y
desafortunadamente para el estudio en sí aparecieron
en los niveles superficiales, teniendo que haber sido
analizados desde el punto de vista comparativo con
respecto a otros objetos de similares características en
yacimientos específicos con fechaciones. Del margen
temporal motivo de nuestro interés se encuentran armas (moharras y puntas flecha de diferentes tipos, regatones, hojas de daga y vaina), aunque no fue posible individualizar aquellas empleadas para la caza de
las utilizadas en combate. También elementos de balteus, hebillas de distinta tipología (en “D”, cornudas…) apliques decorativos varios, botones en “L”,
etc… Del atalaje equino distribuidores de riendas, camas de bocado, apliques y contrapesos decorativos del
correaje. Varias espuelas son la muestra material de los
infantes.
En definitiva, observamos en este interesante grupo de objetos lo que líneas atrás apuntábamos con
respecto a lo que apreciábamos ya hace años en estos
grandes núcleos civiles. Y es la presencia de un reducido conjunto de metales relacionados con la indumentaria militar en el período altoimperial concreto de
la segunda mitad de siglo I d.C., repitiéndose nuevamente en este caso de Conimbriga el esquema material que tiene que ver, por una parte con el cinturón y
sus diferentes elementos (hebillas, placas, guarnicionería decorativa), incluso armas. Por otra, con el atalaje equino y su decoración, donde también hace su
presencia otro tipo de instrumental como puedan ser
para nuestro caso concreto las espuelas o las moharras de lanza.
No desearíamos olvidar tampoco la villa de San Cucufate, entre cuyos 138 objetos metálicos hallados durante las campañas de excavación se identificó un nuevo grupo formado por moharras de lanza, regatón y
proyectiles para maquinaria de torsión,… en hierro, y
hebillas en “D” y broche de tipo carnudo así como un
botón en “L” y un pinjante de arreo, etc… todo ello
moldeado en aleación de cobre. La autora, buena conocedora de este mundo metálico romano en su país,
lo ha reunido todo ello con buen criterio en un apartado específico de indumentaria militar. Cronológica-
422
LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL
Figura 8: 1 y 2 - Aznalcázar (Sevilla) (sg. AURRECOECHEA); 3 - Moro Boti (Menorca) (sg. VENY); 4 - Conimbrioga (Portugal) (sg. ALARCÃO et
alii).
Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
423
mente es un conjunto variopinto entre los siglos I-IV
d.C. (PONTE, 1987: 143-148, Láms. IV-V).
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