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Sautuola / XIII Instituto de Prehistoria y Arqueología “Sautuola” Santander (2007), Metalistería de la Hispania Romana Monográfico La metalistería militar de Hispania en época altoimperial Military Metal-Working in Hispania in the Roman High Empire Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ1 RESUMEN La arqueología militar en España es una parte de los estudios sobre la presencia de Roma en la Península Ibérica de muy reciente desarrollo. La documentación material de tipo armamentístico y demás implementos del soldado también forma parte de la metalistería, y como ésta, se encuentra poco conocida. Son abundantes sólo los hallazgos descubiertos de antiguo y en especial en el Norte, donde la presencia de tropas en el Alto Imperio fue abundante por la guerra y al control del territorio debido a la minería, sobre todo del oro. ABSTRACT Military archaeology in Spain is a one of the studies on the presence of Rome in the Iberian Peninsula that has developed quite recently. The material documentation of the soldiers’ weapons and other implements also forms part of metal-working, and in this sense, is little known. Many finds were made in the past, especially in the North, where large numbers of troops were present in the High Empire, because of the war and territorial control for mining, above all of gold. PALABRAS CLAVE: Altoimperial. Armas. Ejército romano. Hispania. Metales. Romanización. KEY WORDS: High Empire. Hispania. Metals. Roman Army. Romanisation. Weapons. I. INTRODUCCIÓN La arqueología española se ha incorporado muy tarde a los estudios del ejército romano, y por lo tanto, a la comprensión de su presencia diacrónica en el territorio de su interés con respecto a otras áreas cercanas del antiguo Imperio. El pasado siglo XX fue el escenario donde, a principios del cual y tras las excavaciones de Schulten se mostraba con un futuro francamente prometedor, pero que todo él se desvaneció con la II Guerra Mundial. Simétricamente en el tiempo, hubo que esperar a las generaciones de finales de aquella década para que resurgiesen definitivamente. Como en otras muchas facetas de la investigación del mundo antiguo, la militaria romana ha de prestar atención a un sinfín de aspectos. No cabe duda que el armamento, amén de la importancia que de por sí entraña como una de las emblemáticas herramientas del ejército -y hoy atractivo para su análisis-, puede encerrar en cada metal un gran acumulo informativo como producto cultural. Que se pierde inexorablemente a resultas de su descontextualización cuando, y ésto es bien común, tanto la belleza de sus antiguos diseños como su carga simbólica, lo convierte en producto de mercado. Expuestas ambas facetas, suponen el somero resumen de lo que pretendemos exponer, con la única sal- 1 Museo Arqueológico de Palencia e Instituto “Sautuola” de Prehistoria y Arqueología (Santander). Correo electrónico: carmelofdez@ono.com ISSN: 1133-2166 vedad de que el trabajo que aquí desarrollamos se constriñe a los hallazgos de armas y atalaje de caballerías de los siglos I – II d.C. en el territorio español. Estos son cada vez más numerosos y afortunadamente este incremento se ve favorecido por las excavaciones, en proporción cada vez más creciente, con la connivencia de los hallazgos casuales o bien al reconocimiento de los antiguos fondos de nuestros museos. Incluso éstos últimos aún por descubrir. Pese a lo cual no son suficientes en número, como tampoco lo son (suponemos que momentáneamente) los estudios sobre los conocidos y/o exhumados recientemente, como para constituir por sí mismos un gran discurso histórico-tecnológico. Pero en cambio comienzan a servir de eficaz complemento con miras a la comprensión de las fuerzas armadas imperiales, en directa referencia a la identificación de su presencia en un determinado lugar, y por ende, a la explicación de ésta. Como también las influencias de todo tipo que han ejercido: culturales, tecnológicas y de combate, reflejo de otro tipo de realidades enmascaradas y que un detenido análisis hace brotar su evidencia. En una primera visual y antes de cualquier otra reflexión, casi lo más evidente de su presencia es la dispersión geográfica de los hallazgos. Bien es cierto que el momento actual de la investigación no presenta una certera realidad, sobre todo por el hecho marcadamente diferencial entre el Norte y el resto del territorio peninsular. Aunque en esta última y extensa área la identificación de las evidencias materiales ha sido muy reciente, y no resulta menos real que tan marcada diferencia numérica nos esta mostrando una realidad no 404 tan difícil de evaluar con respecto a la zona septentrional. Este panorama actual es lo que pretendemos reflejar en las páginas siguientes. II. LA REGIÓN SEPTENTRIONAL Analizaremos en primer lugar la que podríamos considerar como la zona militar por excelencia de la Península, tanto a nivel de instalaciones campamentales como de asentamiento de veteranos, lo que ha dado lugar por lo tanto al hallazgo de un tan abultado como variado (tipológico y diacrónico) número de hallazgos. Geográficamente abarcaría de Este a Oeste desde las costas de Galicia que baña el Océano Atlántico hasta la región de Aragón. Y de Norte a Sur, desde las provincias a orillas del Mar Cantábrico hasta la zona septentrional de la Comunidad de Castilla y León, incluyendo también la Comunidad Autónoma uniprovincial de La Rioja. Toda esta gran extensión supondría, más o menos, un tercio del actual territorio español. II.1. El cambio de era y el siglo I d.C. II.1. 1. La guerra de conquista A fines de la década de los años noventa del pasado siglo XX, publicamos las primeras observaciones que veníamos efectuando en alguno de los varios conjuntos de objetos metálicos hallados en la zona central del Norte de la Península Ibérica, que estábamos revisado (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999a). Tales objetos procedían de los castros que se podían considerar como más emblemáticos del área meridional de la antigua Cantabria Cismontana. Yacimientos cuya vida quedó drásticamente interrumpida a finales del siglo I a.C. por la intervención de las tropas romanas de conquista, tales como Monte Bernorio (Palencia) a partir de las excavaciones llevadas a cabo por J. San Valero Aparisi (1944; 1965) y Celada Marlantes (Cantabria). En este último entre los materiales extraídos de las excavaciones llevadas a cabo por M. A. García-Guinea (GARCÍA GUINEA y RINCÓN, 1970). En estos emplazamientos y entre una amplia variedad de objetos en cobre/bronce y en hierro correspondientes todos ellos a la cultura indígena de la IIª Edad del Hierro (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2002a), había una mínima y cuantitativamente desigual presencia de otros que nada tenían que ver con todo aquel cosmos de cultura material indígena. Las más actuales excavaciones y otras investigaciones están corroborando lo que hace años intuíamos, como es el hecho de que los objetos que la exploración que estos poblados muestran ponen en evidencia su conquista por parte del ejército romano durante las campañas de la guerra cantábrica (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999a: 254-255). De las antiguas excavaciones en el primero de los yacimientos procede una placa rectangular en aleación LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL de cobre, decorada mediante tres bandas de figuras repetidas en hueco y que un día estuvieron rellenas de vidrio; tal vez incluso es muy posible que todo el objeto exteriormente plaqueado en estaño (Figura 1, 1). La figura repetida en los extremos trata de series de “SSS”, y la central, un motivo de en forma de hélice. Que duda cabe que se trata de una de las placas utilizadas por los soldados en el cinturón reglamentario (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2003: 73-74), bien conocidos en otros ámbitos militares del Imperio (GREW y GRIFFITHS, 1951: Figs. 5-8). Otro significativo objeto es una rejilla con decoración calada (Figura 1, 2), que se corresponde con una embocadura para una vaina de gladius y que por las fechas entre las que nos movemos debería corresponder al tipo Mainz. También dos clavi caligae, exclusivas tachuelas de hierro pertenecientes al calzado legionario republicano. Las actuales excavaciones llevadas a cabo por la Universidad Complutense de Madrid han extraído en los niveles más superficiales de las áreas de excavación 1 y 3 ocho puntas de flecha en hierro de tipo sirio más una de triple aleta que suele resultar común en esta zona, siete nuevas clavi caligae, y puntas de dardos artilleros (ballistae) en hierro (TORRES MARTÍNEZ, 2007: 97, Figs. 5 y 10)2. En Celada Marlantes, segundo de los yacimientos que comentamos, fue hallado un fragmento de rejilla decorativa para embocadura de gladius en aleación de cobre (Figura 1, 3). Y también un fragmento de placa de cinturón calada, cuyo paralelo curiosamente lo hemos hallado en los campamentos militares del cerco de Numancia. La situación de este poblado a ochocientos metros de los campamentos romanos de La Poza que veremos más delante, ha inducido a pensar su posible relación con el acoso militar que quizás pudieron sufrir sus habitantes. La Loma de Santibáñez de la Peña (Palencia) es un núcleo fortificado cuya vida se desarrolló entre los siglos II-I a.C., y que al final de este último y coincidiendo con el inicio de las guerras de Roma contra las poblaciones cántabras, según las excavaciones parecen confirmar, fue ocupado de forma violenta por parte del ejército romano tardorepublicado empleando el sistema de asedio. Se han hallado los restos de un campamento -y otros emplazamientos aún no excavados y supuestamente militares- frente al castro (PERALTA LABRADOR, 2006). Es muy variado en cuanto a tipos y numéricamente elevados los objetos de metal, tanto de la cultura material indígena como de armas romanas. Clavijas de tienda, clavi caligae, fragmentos de pila (moharras, zunchos, regatones) y gladius, proyectiles de artillería de torsión simples e incendiarios (malleolus), pinjantes de arnés y un largo etc. Han si- 2. “Un castro por descubrir”, Diario Palentino, 13- V - 2007, pág. 32. Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ do hasta hoy contabilizadas unas quinientas puntas de flecha en hierro de aleta doble o triple la mayoría (también sin ellas), que tan características fueron en el ejército romano hasta Augusto. Aún hoy continúa en fase de excavación y estudio. El emplazamiento de Castillejo (Pomar de Valdivia) también en la provincia de Palencia se sitúa a dos kilómetros hacia el Este del castro de Monte Bernorio citado con anterioridad, cuyas excavaciones han proporcionado varias puntas de flecha de triple aleta, moharras de pila de sección circular, tachuelas para el calzado -clavi caligae-, así como grandes y característicos regatones, todo en hierro (PERALTA LABRADOR, 2004: 34; FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2005a: 207). Este campamento se ha relacionado con la toma del poblado indígena de Bernorio por su proximidad. El Alto de la Poza (Cantabria) se encuentra situado a corta distancia del asentamiento indígena de Las Rabas (Celada Marlantes) citado anteriormente, y con el que tal vez presente cierta relación de asedio como ya dijimos. Se trata de un par de campamentos superpuestos de ocupación diacrónica junto a la vía que desde la meseta se encamina a Peña Cutral y posteriormente (en el tiempo) a la civitas Iuliobrigensis. Tras una somera campaña de excavación el primero -de 7 has. de superficie- se relaciona con las campañas de conquista, más en concreto con la ofensiva del 25-26 a.C. llevada a cabo por el propio Augusto. El segundo y más reducido (4´6 has) se ha fechado en un momento no determinado entre el 20-40 d.C., y como hipótesis -dada la cercanía geográfica- no demostrada por el momento, con el grueso de la Legio IIII Macedonica en movimiento. El material metálico tan solo ha sido obtenido en el primer recinto, y hasta el momento presenta semejanzas con lo ya conocido y que hasta ahora viene siendo de común hallazgo en otros emplazamientos ya vistos, como son los grandes regatones cónicos y las clavijas (de hierro) con argolla en la parte superior; estos últimos objetos se vienen constantemente relacionando con la sujeción de los tensores que conformaban y mantenían las tiendas de campaña. Asimismo varias clavi caligae y un fragmento de cadera con eslabones en forma de “8” del mismo metal. En aleación de cobre, una placa de balteus (CEPEDA OCAMPO, 2004; 2006). II.1.2. La paz armada Tras la guerra cantabro-astur toda la zona septentrional de la Península Ibérica se encontraba militarizada fundamentalmente para ejercer un control económico y poblacional sobre las plazas indígenas y lo que fue su territorio, debido primordialmente a la riqueza minera en hierro en el Norte y el oro del Noroeste. Como no podía ser de otra manera el ejército fue el encargado de llevar a cabo esta labor, como ga- 405 rante de las bases ideológicas, culturales y tecnológicas de Roma. Las legiones fueron las auténticas protagonistas de la integración absoluta de aquellas tierras a la órbita del Imperio en expansión, para su servicio y la imposición encubierta del papel romanizador entre sus gentes. Es por lo tanto y a partir del estudio de los datos que nos aportan los objetos hallados en lo que constituyeron sus lugares de actuación, las fuentes primordiales de información con las que ir rastreando sus huellas en este territorio. II.1.2.1. Los campamentos y otros enclaves militares Bajo la actual población palentina de Herrera de Pisuerga se encuentran los restos de varios recintos campamentales donde quedaron asentadas diversas tropas del ejército imperial entre finales del siglo I a.C. y el II d.C. Fue entre el lapso temporal de los años 15/20 a.C. cuando la Legio IIII Macedonica levanta el primer recinto, modificándolo en los inicios del reinado de Trajano, y permaneciendo en él hasta más o menos el año 39 d.C. Las excavaciones practicas en varios puntos del casco urbano y su entorno han proporcionado restos de aquella legión en sus niveles más inferiores. De ellos se desprende la lógica existencia de una fabricae entre cuyos desechos hemos encontrado un gran y variado número de objetos procedentes de tropas tanto de infantería como de caballería, armas tanto ofensivas como defensivas, del arreo equino, y un largo etcétera (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999c; 2002c, 2004; 2005b) (Figura 1, 4, 7 y 8 a 10). Acerca de toda la metalistería romana de este interesante asentamiento militar, nos encontramos en la actualidad redactando una monografía. Hacia el reinado de Nerón el lugar se reduce y transforma en Castelum acogiendo a un primer ejército auxiliar como fue el Ala Parthorum, y hacia finales del siglo I d.C. a una cohorte que se especula fuese la Cohors I Celtiberorum o más probablemente la Cohors I Gallica, según muestra la epigrafía de una estela funeraria y una placa metálica de propiedad (MORILLO y FERNÁNDEZ, 2001-02). De entre todo el material hasta ahora conocido los restos de las armas son más bien muy fragmentarias. Del armamento defensivo de la infantería el yelmo queda representado por una lámina de sujeción de portacimera (apex) o bien fragmentos de láminas decorativas. Las corazas, de tipo segmentata, por bisagras o abrochadores. Con respecto a las armas ofensivas de pilae hay zunchos de sujeción y regatones, y de las espadas pomos, fragmentos de rejillas decorativas de las vainas así como zunchos de suspensión de estas; en otras materias como es el hueso, una empuñadura. Las dagas de nuevo por empuñaduras de hierro y puntuales restos de suspensión de las vainas en aleación de cobre; un tahalí y placas de los cingula. El armamento de la caballería, representado por un nú- 406 LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL Figura 1: 1 y 2 - Monte Bernorio (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 3 - Celada Marlantes (Cantabria) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 4, 7 a 10 - Herrera de Pisuerga (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ y GARCÍA); 5-6 - Monte Cildá (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 11 - Corporales (León) (sg. S. PALENCIA y FDEZ POSEE). Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ mero menor de tipos se reduce a puntas de venablos y regatones. La presencia sólo testimonial de puntas de flecha nos informa de su uso esporádico, pero su escaso número invalida como en muchos otros lugares la presencia de un cuerpo específico de sagitarii al más puro estilo republicano. También han sido halladas las más variadas muestras de otro tipo de objetos no armamentísticos. Así, determinados tipos de fíbulas (alesia, variedades de aucissa….), característicos abrochadores en ángulo, hebillas de cinturón, tachuelas de sandalias (clavi caligae), clavijas, etc… que también ponen en evidencia la presencia de soldados -ya sea en activo o veteranos- en un determinado enclave arqueológico como iremos viendo a lo largo de este trabajo. Entre los materiales que fueron extraídos en las antiguas excavaciones practicadas en el conjunto arqueológico de Monte Cildá (Palencia) identificamos un conjunto de objetos fechables en la primera mitad del siglo I d.C. que claramente permiten ponerlos en directa relación con la presencia de un contingente militar (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999: 255), que muy probablemente perteneciese a la Legio IIII Macedónica asentada en la vecina población de Herrera de Pisuerga. Así, una pieza de rienda equina en forma de águila con restos de un recubrimiento de estaño (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999c) (Figura 1, 5), uno de los zunchos o láminas molduradas de suspensión correspondiente a la vaina de un gladius (Figura 1, 6), y tres fíbulas de charnela cuyos modelos se encuentran relacionados en el Norte de España con ambientes de tipo militar a lo largo del siglo I. La primera de ellas resulta bastante exclusiva, ya que en relieve aparece el nombre del fabricante “HILARI(VS)”3 (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999b). Además de lo comentado también una punta de lanza, extremos de correajes, etc… a lo que en fechas recientes hay que unir la publicación de una daga recogida en superficie hace ya muchos años, y que presenta muy exclusivas características (ALONSO GREGORIO, 2004). Los Majuelos de Olmos de Ojeda (Palencia) es un yacimiento junto al río Burejo muy castigado por la acción furtiva debido a la singularidad de los hallazgos superficiales que las labores agrícolas iban depositando. Pese a todo no se ha llegado a efectuar intervención arqueológica alguna. Hemos tenido acceso tan solo a seis objetos metálicos hoy en el Museo de Palencia (Figura 2). En primer lugar una buterola moldurada y gallonada de vaina de gladius que remata en botón. Un aplique decorativo de arnés con forma rec- 3. Cognomen no muy frecuente pero si muy extendido por la Península Ibérica en todo tipo de inscripciones (cipos, aras, grafitos, sellos de alfarero, etc…) durante los siglos II-III d.C. No obstante el hallado en Monte Cildá y dada su antigüedad es probable que se trate de un artesano itálico. 407 tangular, triple perforación y decorado con un tema vegetal esmaltado y estañado. Un aplique de tahalí recubierto también de estaño con cinco perforaciones de remachado para la sujeción. Una hoja de daga con nervio central y una pequeña punta de lanza, ambas en hierro. Finalmente una interesante y casi exclusiva hebilla de hierro, ya que se trata un modelo aún poco conocido. Por los escasos restos con los que contamos no podemos valorar adecuadamente este interesante yacimiento, aunque es innegable en él una presencia militar. Cuyos objetos, poseen equivalentes en múltiples yacimientos del Imperio fechados en el siglo I d.C., aunque también haya paralelos en algún modelo de la centuria siguiente. Bajo la ciudad de León se encuentran los restos de los diferentes campamentos que dieron cabida a un par de legiones que diacrónicamente allí se estableciero, según la información de la que actualmente se dispone. Es otro de los importantes enclaves militares romanos del Norte. Entre los restos de estos campamentos y sus remodelaciones, de forma constante se vienen realizando abundantes campañas de excavación al ritmo del crecimiento y la remodelación urbana de esta capital. Se han logrado extraer muy diversos objetos metálicos tanto de carácter civil como militar. Actualmente J. Aurrecoechea se encuentra realizando la investigación correspondiente con vista a su tesis de doctorado sobre los objetos de tipología militar de este gran yacimiento. Hasta ahora se llevan contabilizados más de trescientas evidencias materiales. Los objetos metálicos estudiados pertenecen tanto Legio VI Victrix (fundadora del primer recinto con una reestructuración del mismo hacia el 15/20 d.C.) (MORILLO CERDÁN y GÓMEZ BARREIRO, 2004: 390) como de la Legio VII Gemina. De aquella está atestiguada su presencia desde el cambio de era, abandonado el campamento hacia el año 69/70 d.C. Tras la fundación de la ciudad en torno al 68 d.C. el lugar se ve ocupado hacia el año 74/75 d.C. por la segunda de las legiones citadas, permaneciendo allí asentada como único cuerpo de ejército en Hispania hasta, teóricamente y por el momento, el fin del Imperio. Se han llegado a publicar un variado conjunto de fragmentos de lorica segmentata de los siglos I a III d.C. (tipos Corbridge y Newstead) pertenecientes a ambas legiones, contando este yacimiento junto con otros de la provincia (Astorga, Lancia, Puente Castro) con el conjunto mayor y más variado de la Península. Asimismo ha sido posible localizar los primeros talleres (fabricae) metalúrgicos (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ, 2006a; 2007) (Figura 4, 1: 3 a 7 y 2: 1 a 5). Además de otros fragmentos de protectores, como es un pectoral de armadura (lorica hamata) de los siglos III/IV (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ y MUÑOZ VILLAREJO, 2001-02), y el importante descubrimiento de un fragmento de protector laminado para el brazo (manica) 408 LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL Figura 2: Majuelos (Palencia) (sg. FDEZ. IBÁÑEZ). fechable en el ¾ del siglo III d. C. (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ et alii, en prensa). Igualmente escamas de loricae squamatae, placa de cinturón (balteus), punta de pilum y un pinjante de arnés (AURRECOCHEA FERNÁNDEZ, 2006b: 172-173, 175). Donde hoy se levanta la ciudad leonesa de Astorga (que posteriormente en el tiempo sería la capital del Conventvs Asturicensis -Asturica Augusta-) la primera ocupación romana del lugar corrió a cargo de la Legio X Gemina, en una fecha en torno al cambio de era. En él permaneció hacia el año 15/20 d.C. trasladándose al territorio de la actual provincia de Zamora, levantando un nuevo campamento (Petavoium) junto a la vía XVIII del itinerario Antonino que abandona hacia el año 63 d.C. para trasladarse al campamento de Carnumtum, en el Danubio. Las excavaciones que desde finales del pasado siglo XX se vienen realizando al ritmo de la expansión urbana de Astorga, han sacado a la luz objetos metálicos muy diversos entre los que se encuentran armas y demás implementos relacionados con los cuerpos de ejército que allí estuvieron asentados. Prácticamente todo el conjunto se encuentra inédito, sólo algunos objetos de los allí aparecidos han sido publicados. Así y con respecto a la actividad militar se refiere este campamento ha proporcionado mues- tras de corazas tipo Kalkriese, Corbridge y Newstead (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 2007), una hebilla peltiforme altoimperial4 procedente de las “Termas Menores” fechada entre Claudio-Nerón (AURRECOECHEA, 2001: Fig.58-1; 2002: 442 y Fig.1-16) modelo “D” en la tipología de F. Grew y N. Griffths (1991: 49) (Figura 4, 5), y un pinjante bilobulado de arnés con gancho de suspensión de tipo “Cabeza de Pájaro” -tipo 7 de Bishop- procedente de la Plaza Calvo Sotelo c/v a Calle Doctoral (SEVILLANO FUERTES y VIDAL ENCINAS, 2002: 85) que puede ser fechado en la primera mitad del siglo I d.C.5 (Figura 4, 1: 1 y 2 y 2: 9 a 11). Las excavaciones practicadas en el Castro de Corporales (Truchas, León) pusieron en evidencia dos fases de ocupación de un poblado minero. Y que como buena parte de los hallados en el Noroeste, sus habitantes servían de mano de obra en las abundantes mi- 4. En el Museo de León y sin procedencia exacta dentro de la provincia, fueron publicadas hace años dos hebillas peltiformes y una de tipo carnudo de clara adscripción militar (MAÑANES, 1983: 403, nos 23 y 24), 5. De esta ciudad también se encuentra pendiente de publicación un estudio de objetos metálicos procedentes de excavación, que lleva a cabo Romana Erice Lacabe dentro del programa de investigación de la Universidad de León dirige Mª Teresa Amaré. Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ nas de oro de la zona, y que soportaron firmemente la economía altoimperial romana. Allí y entre el abundante material arqueológico se recuperaron tres restos de armas en hierro. De la Fase 1ª (40-50 a 65/75 d.C.) procede la parte superior de un pilum (punta piramidal y astil de sección cuadrada) (Figura 1, 11), y de la Fase IIª (70-75 a 100-120 d.C.) un regatón cónico. La daga prácticamente completa del Sondeo IIIB desafortunadamente no fue posible ponerla en relación directa con ninguna de sendas ocupaciones (SÁNCHEZ PALENCIA y FERNÁNDEZ-POSSE, 1985: 149, 194, 228). De la Habitación 11 de la Corona de Quintanilla, poblado de las mismas características fechado entre 15/20 - 60/70 d.C. lo que suponemos es una moharra de pila en hierro (Figura 1, 11). Muestra en la base una placa con gran remache y la propia punta en sí una sección rectangular que se hace cuadrada en el extremo aguzado (SÁNCHEZ PALENCIA y FERNÁNDEZPOSSE, 1985: 69, Fig. 27, 127). Monte Castrelo (Asturias) es un pequeño castro minero cuyos orígenes se remontan a una ocupación pre-romana del siglo IV a.C. En época romana alberga una población cuya actividad principal se ha relacionado con el mantenimiento de la red hidráulica que abastecía a las minas de Valabilleiro. El hallazgo de una daga (carente solo de cruceta) y un asa para la suspensión del yelmo6, pone a los excavadores sobre la pista de la presencia de un pequeño contingente militar a finales del siglo I d.C. cuyas labores estarían relacionadas con el control, la vigilancia y el fisco entre las poblaciones indígenas a raíz del hallazgo de una tabula censitaria (VILLA VALDÉS, FRANCISCO MARTÍN y ALFÖLFY, 2005; VILLA VALDÉS, 2003: 131-132; 2007: 42, Lám.12). Durante la ampliación del cementerio de Cacabelos (León) se excavó los años 2002 y 2006 por parte de la “Soc. Coop. Arqueología y Patrimonio”7 este yacimiento que toma el nombre de La Edrada. Las estructuras allí aparecidas, todas ellas de carácter civil, se edifican y reestructuran entre los ss. I-V d.C., si bien son testimoniales los hallazgos de esta última centuria. Entre el material recuperado destaca un fragmento de pugio que comprende la zona más o menos central del mismo (parte superior de la hoja con filos marcadamente cóncavos, e inferior de la empuñadura de estructura tripartita), y una moharra de cuerpo alargada con nervadura central y pequeño tubo cónico para su enmanguamiento. 409 Nuevamente la “Soc. Coop. Arqueología y Patrimonio” excavó los año 2000 - 2001 dos zonas (Sector – 1, Este y Sector – 2, Oeste) a ambos lados del vial de acceso al cementerio de la capital de León, debido a las obras que en ella se pretendían realizar; este lugar recibe el nombre de Puente Castro. En el primero destaca una estancia con exedra y rodeándola otras de tendencia cuadrangular, cuya amortización la sitúa entre los siglos I – II d.C. El otro sector proporcionó junto a una calle parte de una edificación con patio a la que se adosan otras dos más, una de ellas parece que se trataba de un taller artesanal y la otra de almacén. La vida efectiva en este vicus emplazado junto a la vía que conducía a Legio (actual León) se desarrolló entre los ss. II-III d.C. Varios han sido los hallazgos relacionados con la impedimenta militar, habiéndose dado nota de un conjunto de nueve escamas para armadura squamata así como anillas y ganchos de lorica tipo Newstead8 (AURRECOECHEA, 2006: 179; 2007: 170) (Figura – 4, 2: 6 y 7). Bajo la actual ciudad de Palencia se encuentran los restos de la antigua Pallantia pre-romana (del territorio vacceo) y romana. La inmensa mayoría de las excavaciones llevadas a cabo en la capital al ritmo de su crecimiento no han sido publicadas, así que nuestras apreciaciones se realizan en base a un conjunto de objetos metálicos identificados entre los que se custodian desde antiguo en el Museo Provincial, y que pese a que no cuentan con procedencia conocida, creemos que todo este “Fondo Antiguo” del citado museo procede de los hallazgos llevados a cabo a lo largo del siglo XX en la ciudad, al ritmo tanto de su crecimiento como de espaldas a su pasado. Entre ellos, podemos reseñar varios objetos relacionadas con el arnés equino, como son remates de correajes (uno de ellos de la brida), así como pinjantes en forma de lúnula -tipo 9 de Bishop(1988: 154), del tipo bilobulado con el elemento de sujeción a la anilla del arnés en forma de “cabeza de pájaro” así como también en forma de hoja -tipos 7 y 4 de Bishop- (1988: 147, 199, 151). Estas últimas se encuentran recubiertas posiblemente con estaño, y que además en su anverso presentan grabados vegetales y geométricos. Se fechan estos modelos que hemos citado durante el siglo I d.C. Con los escasos datos de que actualmente se dispone, no es posible evaluar de forma conveniente el pasado romano que subyace bajo la actual ciudad de Palencia. Al antiguo conjunto de materiales arqueológicos descontextualizados de su Museo, producto de un continuo saqueo a lo largo de todo el pasado siglo XX y al que nadie puso freno por que a nadie le importaba, se une una to- 6. Que se une al conjunto de escasas evidencias que de este tipo de arma protectora que conocemos en la Península Ibérica (VEGA AVELAIRA, 2006). 7. Agradecemos la información inédita proporcionada por José Carlos Álvarez Ordás y Pablo Rodríguez González, excavadores de los yacimientos, tanto en lo que se refiere a La Edrada como al de Puente Castro que a continuación veremos. 8. En esta misma publicación se proporciona la información de una anilla de este mismo tipo de coraza procedente de la cercana ciudad de Lancia (AURRECOECHEA, 2007: 170, Fig. 7, 8) (Figura – 4, 2: 8). 410 LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL Figura 3: 1 Palencia capital (sg. FDEZ. IBÁÑEZ); 2 - Camazos (Valladolid) (sg. MAÑANES et alii); 3 - Castrillo de la Reina (Burgos) (sg. ESPARZA); 4 - Pinilla de Toro (sg. VALLS y DELIBES). Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ tal ausencia de publicaciones sobre las últimas excavaciones, que pueden llegar a realizarse si el actual plan urbanístico municipal no lo impide. Se observa también una ausencia total de cualquier proyecto de investigación, etc…, etc…, que no produce otra consecuencia sino el hacer desaparecer los ya de por sí mermados restos que hoy suponemos aún quedan, de lo que parece fue una antigua y gran urbe en época romana, de fundación celtibérica. De Peña Amaya (Burgos) en el Museo de Burgos hemos podido constatar la existencia una punta de flecha de triple aleta en hierro. Y en aleación de cobre una placa calada, una hebilla peltiforme con reborde y otras muy simples en arco de más dudosa atribución militar, tanto de cinturón como para otro tipo de correajes (OSABA Y RUIZ DE ERENCHUN, 1970: 48 -vid fotografía-). De un lugar indeterminado en San Esteban de Gormaz (Soria) ha sido publicada una pequeña hebilla peltiforme a la que se le ha atribuido una tipología altoimperial y adscripción militar (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 2002: Fig.58.4; 2002: 1,13), clasificándola dentro del tipo B de Grew-Griffiths (1991: 49). En el poblado de Sta. Cruz de Camazos (Valladolid) cuya sigillata hispánica evidencia una ocupación altoimperial del siglo I d.C. (en su último cuarto) y también II d.C. (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006a: 286), procede un pequeño conjunto de tres piezas, formados una hoja de daga (Figura 3, 2), una punta de pilum con enmangamiento de tipo cónico y un regatón (MAÑANES y GUTIÉRREZ, 1987: 57-58 y 61). Otra daga pero esta vez tan solo carente del extremo apuntado de su hoja parece haberse recogido en La Cuesta del Burro (Castrillo de la Reina, Burgos). Forjada en hierro con pomo en forma de “D” al extremo de una estructura de enmangamiento ya clásica y nervadura central en la hoja. Carece de cualquier tipo de contexto (Figura 3, 3). Se conserva junto a una punta de lanza procedente del mismo yacimiento, en el Museo del Monasterio de Sto. Domingo de Silos (ESPARZA ARROYO, 1988: 115-116). Pese a los extensos trabajos de excavación que durante años se vienen desarrollando en la ciudad de Lugo, y que a través de los cuales se cuenta hoy con un gran conocimiento acerca de su devenir histórico en época romana, no se tiene noticia de la aparición de objeto metálico alguno en relación directa con cualquiera de las unidades militares que por aquellas tierras se sabe estuvieron asentadas en algún momento. Solo la publicación de un pinjante de arnés de tipo cordiforme (tal vez modelo 5 de Bishop), liso y muy somero en lo formal, nos podría recordar sobre aquello de lo buscamos (GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, 2005: 129, nº 24) ya que presenta claros paralelos en lugares -por citar dos ejemplos- tan emblemáticos como Augusta Raurica (DECHLER-ERB, 1999: 170, Taf. 30, 589) y Vin- 411 donissa (UNZ y DECHLER-ERB, 1997: Taf. 54), y con fechas del siglo I d.C. Aunque por el momento en absoluto ni podemos ni debemos pronunciarnos de ninguna manera. II.1.2.2.- Los núcleos civiles de la segunda mitad del siglo I d.C. Admitiendo que la presencia militar en los núcleos habitacionales de población civil es un hecho evidente y de reciente comprobación, y cada vez más probado según avanzan las búsquedas de objetos y datos, lo cierto es que por ahora no tenemos explicación plausible. Si bien las causas pueden ser variadas, el alto número de lugares parece demostrar que la motivación es común, sino a todos, sí a buena parte de ellos. Aunque parece coincidir en el pequeño número de objetos en relación con el volumen total que las excavaciones extrajeron en cada uno. En Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) y formando parte del último momento de ocupación de la llamada “Casa de los Delfines” (54-60 d.C.) así como en la calle inmediata donde se han centrado buena parte de las excavaciones, aparecieron los objetos que a continuación vamos a revisar (BELTRÁN LLORÍS, 1998a, nos 325-327; BELTRÁN LLORÍS et alii, 1998b-2: 659-662 y 687-689, Figs. 280 y 290; _____, 1990: 31, nos 294 y 295). Primeramente lo que podría interpretarse como los restos en aleación de cobre de un cinturón: hebilla en arco, placa calada y una placa-tahalí para la suspensión del pugio (Figura 4, 6). Como elementos metálicos que más caracterizan al enjaezamiento del caballo destacan dos amuletos que formaban parte del petral a modo de phalera: uno triple con forma de amuleto (cabeza de toro-falo-higa) y una pequeña campanilla (tintinabulum) así como un creciente lunar que formaba la parte central móvil de otra estructura colgante de mayores dimensiones. Y una pequeña pieza metálica alargada con decoración moldurada servía como remate, contrapeso y guarnición decorativa a uno de los correajes, cuya forma nos es conocida dentro del Tipo 4 de Bishop (1988: 157, Lám.52). También de las Calles II-2, III-3 y VIII-1a y fechados en la primera mitad del s. I d.C. tres pinjantes más de arnés, uno bilobulado (Tipo 7 de Bishop), otro en forma de hoja (Tipo 4) y finalmente el último oval, calado y rematado en palmeta (¿Tipo 2?)9. 9. Fechado en la primera mitad de ese mismo siglo también se fechó una hebilla de cinturón (confundida con un aplique-tirador) de tipo peltiforme con resalte perimetral interno (BELTRÁN LLORÍS, 1998: 105-9.11.11.5, Fig.274) del Tipo B en la clasificación de Grew y Griffihts (1991: 49) procedente de lugares de excavación aún no publicados en detalle como es la Calle VI-3r, de donde procede. No sabemos si la hebilla de correaje procedente de la Insula II-Tabernas A, presenta esta misma problemática (BELTRÁN LLORÍS, 1998: 105-9.11.12, Fig.275). 412 LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL Figura 4: 1, 2, 5 - León capital y Astorga (León) (sg. AURRECOECHEA); 3 - Petavonium (Zamora) (sg. VALLS y DELIBES); 4 - Aqvis Qverqvennis (Ourense) (sg. COLMENERO y VEGA); 6 - Celsa (Zaragoza) (sg. BELTRÁN et alii). Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ Las ruinas localizadas bajo el subsuelo de la actual ciudad de Logroño han sido identificadas con los restos de la antigua ciudad de Vareia, a orillas del río Ebro, el cual y según las fuentes escritas (Plinio, N.H, III, 3,21), era navegable desde el Mediterráneo hasta aquella población. Allí las excavaciones han exhumado un pequeño lote de objetos pertenecientes al equipamiento de caballería. En primer lugar un pinjante-amuleto de arnés como elemento protector con cabeza de toro (GALVE IZQUIERDO, 1983) idéntico al visto anteriormente y fechable entre los reinados de los emperadores Tiberio y Claudio, que posiblemente se corresponda con el momento fundacional de la ciudad. Además, otro pinjante con la forma de una hoja de bordes lobulados, parte de una hebilla-ajustador con bisagra, y finalmente el extremo de un correaje en forma de 8 con doble remache para distribuir las riendas en el caballo. De la antigua población de Arcobriga (Monreal de Ariza, Zaragoza) y de entre el gran número de objetos aún inéditos o no publicados de forma correcta y exhumados en las excavaciones efectuadas a principio del pasado siglo XX, proceden toda una serie de implementos que pueden ser adscritos a la indumentaria militar, y cuyo número por el momento es difícil de evaluar. Así, tres hebillas de cinturón de tipo peltiforme con formas de arco y circulo, además de dos hebillas más de cinturón pero de tipo “cornudo” (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 2002: 402; CABALLERO ZOREDA, 1974: 44 y 90, Figs.12, nos 9-11), siendo este último un subgrupo de las hebillas rectangulares y que fueron particularmente empleadas por las tropas auxiliares en la segunda mitad del siglo I d.C. Además una placa lisa de doble remache y pequeño baquetón transversal, varias hojas de dagas forjadas en hierro con nervadura central y filos con delineación en “S”, y en lo que al caballo respecta cuatro pinjantes de arnés (CABALLERO ZOREDA, 1974: 42 y 44-45; 22, 3335; MARQUÉS DE CERRALBO, 1988: Láms. LV,13 y LVIII-1,1-2). Las recientes excavaciones que desde 1994 vienen potenciando la conocida ciudad de Iruña (¿Veleia?) (Álava) están aportando un conjunto de materiales asimilados a la actividad bélica. De lo hasta hoy publicado la mayor parte de él forma un conjunto fechado en época tardía. No obstante en los niveles más inferiores fue obtenida una bisagra de bronce con remaches de latón, cuyos excavadores han puesto en relación con una lorica o coraza del modelo denominado “Kalkriese” (BISHOP, 2002: Fig. 4-3-1; FILLOY y GIL ZUBILLAGA, 2000: 266) con una cronología entre finales del siglo I d.C. y la centuria siguiente. Thomas (2003: 63, nº2) la ha incluido en el grupo “Fii” de su relación tipológica. Junto al hallazgo de Augusta Raurica fechado en época flavia son las evidencias más tardías de este modelo de coraza (THOMAS, 2003: 63, nº 2). 413 Volviendo de nuevo a la Pallantia vaccea (Palencia capital) la ciudad hasta donde sabemos según los seguimientos de F. Simón y Nieto a principios del siglo XX, poseyó un conjunto de tres necrópolis -de las que tengamos noticias- del más alto interés científico entre la escasa documentación conservada y tanto la calidad como el volumen de los múltiples objetos dispersos en museos y colecciones privadas. El cementerio de Eras del Bosque (entre lo que hoy es la estación de ferrocarril y la salida hacia Santander) podría clasificarse como la científicamente más interesante entre lo conocido del Norte peninsular, y la que podríamos considerar también como una de las más interesantes de España; hoy se encuentra totalmente arrasada. De este lugar se tiene constancia de la aparición de los restos de siete dagas que se estimaban desaparecidas, más al cabo de los años hemos conseguido localizarlas. En la Hispanic Society of America (New Cork) se conservan escasos restos de una daga de hierro enfundada en una magnífica vaina de aleación de cobre decorada en la parte superior de sus bordes con dos grupos de cuatro botones circulares, rematando el extremo inferior en disco (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006a: 285; _____, 1938: 214). Las superficies de ambas caras muestran conjuntos de líneas paralelas en sentidos diferentes, formando una abigarrada decoración geométrica. Los hallazgos holandeses de Nijmegen (GERHARTL-WITTEVEEN y HUBRECHT, 1990) fechados en el periodo flavio son los paralelos más directos de este conjunto, así como también la que procede del área foral de Conimbriga (ALARÇAO et alii, 1979: 91-92, Lám.XX-53) justamente de la misma época. De este mismo lugar proceden dos dagas más que se encuentran el el Museo de Palencia, y que durante años se pensó que procedían de un lugar indeterminado de la provincia, e incluso que eran armas indígenas de la segunda Edad del Hierro (SCHÜLE, 1969II, Lám.165-nos 1 y 2). Las empuñaduras (de la cual falta buena parte en la segunda de ellas) están formadas por dos láminas con engrosamiento central y sección a doble vertiente que se remachan a una espiga central plana como prolongación de la hoja, formando una estructura tripartita. Las hojas muestran filos con delineación en “S” muy suave y nervio central. Tan solo una de las armas conserva la estructura de su vaina también en hierro soldada por la corrosión (Figura 3, 1). Dos bandas sujetan las cantoneras de sección en “V” por donde se deslizan interiormente los filos del arma, rematando en un disco que lleva grabada una cruz griega en el anverso. Tanto por su estructura como por sus paralelos estos objetos han sido fechados -no con demasiados datos y muchas incertidumbres- hasta Claudio (SCOTT, 1992: 160-161). Hemos llevado la fecha de estas armas desde lo más probablemente- el cambio de era (FERNÄNDEZ IBÄÑEZ, 1999b), o con cautela y no demasiada certi- 414 dumbre hasta época flavia (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006: 285-286). Dos dagas más se encuentran expuestas en la colección Fontaneda (Ampudia, Palencia) y en estos momentos nos hallamos realizando su estudio. Resultan extraordinariamente interesantes debido a su morfología. Una de ellas se encuentra en un estado de conservación excelente, tratándose de una empuñadura dobleglobular con una complicada estructura quíntuple en base a láminas de hierro y aleación de cobre. La hoja, prácticamente intacta, presenta filos levemente sinuosos, fino nervio central y caras decoradas con líneas onduladas. Posiblemente nos encontremos ante un objeto al que pueda darse una cronología en torno al cambio de era. La otra daga, no menos interesante, podría ser incluida en el mismo grupo flavio del que anteriormente hablamos y en el que hemos incluido la otra vaina procedente de esta necrópolis (hoy en New York) y la de Conimbriga. Su daga en hierro, soldada por la oxidación en el interior y de la que conocemos por un antiguo dibujo que estaba completa, hoy carece de empuñadura. La vaina que al igual que la hoja presenta filos sinuosos pero que carece de la mitad inferior que remataba en un disco que hoy no se conserva, está formada por dos estructuras. El anverso en aleación de cobre y la placa del reverso en hierro. Veinte remaches decorativos fijaban firmemente cuatro laminillas y que sustentaban otras tantas anillas para la suspensión en el baltesus. Un calado cuadrangular central compartimentado en cuatro vanos actuaba como efecto decorativo. Finalmente, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid se conserva la lámina de anverso de otra vaina de daga muy parecida a la de New York de esta misma necrópolis. Es de aleación de cobre y se encuentra decorada mediante grabados de paquetes de líneas paralelas, doce remaches decorativos (de los que se conservan nueve) abrazaban otras tantas anillas (de las que se conservan dos) de suspensión. De las excavaciones practicadas por A. Shulten entre 1905 y 1912 en la ciudad de Numancia (Soria) proceden nueve fragmentos de dagas (SHULTEN, 1931: Taf. 39 y 58) que guarda el Museo Numantino, y que los investigadores siempre las han considerado como armas indígenas celtibéricas. Cinco son empuñaduras o fragmentos, tres son hojas y solo una comprende ambos elementos. La mayor parte de ellas presentan características comunes sobre todo en cuanto a la estructura tripartita de las empuñaduras, que permitiría enmarcadas en el siglo I d.C. sin poder hacer más precisiones pues carecen de contexto estratigráfico. Uno de los puñales es de particular interés, ya que se trata de un pugio bigobular de época augustea, del mismo tipo que veremos apareció en la necrópolis de Eras del Bosque (Palencia). Estas armas sólo son una muestra de lo que en realidad debió haberse hallado LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL en aquellas ya lejanas campañas de excavación, y muy probablemente existan más objetos de este emblemático yacimiento a los que pueda ser atribuida una función militar. Como colofón a este apartado de los hallazgos en núcleos civiles, hemos de hacer ciertas reflexiones en lo que desde hace tiempo nos viene suscitando sorpresa y por ende haciéndonos reflexionar en torno al hecho poco habitual, de la presencia militar en estas grandes urbes. En principio nos podría resultar un hecho hasta cierto punto comprensible, pero analizando los conjuntos metálicos a partir de los cuales realizamos estas primeras deliberaciones sus características intrínsecas, geográficas, de cronología y contextuales, comenzamos a vislumbrar un comportamiento social determinado. Llevamos varios años abordando esta específica investigación, paulatinamente y al ritmo de los hallazgos y las reflexiones propias y ajenas. Exponiendo sucintamente los datos observamos hasta el momento, en principio parecen repetirse cierto número de patrones, al menos en un momento concreto como es la segunda mitad del siglo I d.C. Este fenómeno lo hemos constatado en varias civitas de nuestra área de estudio como es el Norte de la Península Ibérica, y de las cuales hemos dado cuenta líneas atrás. Pero no de forma exclusiva, ya que en el resto de la península (como veremos con posterioridad) también parece repetirse el esquema que aquí esbozamos, y sobre las cuales no contamos por ahora con suficientes datos ni materiales ni documentales. Estos conjuntos de objetos no son numerosos, ni por sí mismos ni mucho menos en proporción al volumen que de otro tipo de materiales son recuperadas en las -normalmente- extensas áreas de excavación que suelen practicarse en este tipo de vastos yacimientos. Suelen estar compuestos por elementos específicos mayoritariamente en aleación de cobre y que forman una parte muy determinada de la indumentaria humana, así como también una parte específica de los elementos decorativos del arnés del caballo. De esta manera vemos el cinturón (hebillas-placas, tahalíes y otros aditamentos decorativos como placas o guarnicionería diversa: botones en “L”, etc…) y el arma blanca que de él pende (en hierro) así como su vaina o funda. De la montura equina generalmente los pinjantes que decoraban el petral, como puedan ser las de tipo hoja plaqueadas de estaño, bilobuladas (cabeza de pájaro), trífidos o bien en forma de amuletos protectores de características sexuales dobles o triples (falo-higa, falo-higa-testículos, etc…); también campanillas (tintinabulae), etc… No contamos con datos como para adscribir a este conjunto a las moharras de lanza, un tipo de arma cuya aparición es común. El por que de la presencia de este tipo tan concreto de objetos, a quién deberíamos atribuirlos y la mo- Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ Figura 5: Necrópolis de Ateabalsa (Navarra) (sg. PÉREX y UNZU). tivación de los individuos a quienes perteneciesen, son las preguntas últimas y fundamentales de las pesquisas. Por el momento es difícil dar respuestas categóricas debido fundamentalmente al momento actual de nuestros conocimientos, dado que es un descubrimiento relativamente reciente y que por lo tanto carecemos de ayudas por parte de otras fuentes documentales y/ arqueológicas. Hace unos años y como primera propuesta nos inclinamos por atribuir su presencia no a cuerpos de intervención en activo, sino a ciertos veteranos que tras haber finalizado la honesta missio, se instalan (o establecen una de sus residen- 415 cias) en las ciudades y/o en ellas quizás llevan a cabo una carrera política (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2006a: 287-288). Serían indígenas, ex-soldados de los cuerpos auxiliares de caballería (alae et cohortes), una vez licenciados y conseguida la ciudadanía romana así como cierto capital y posición social. Conservarían -tal vez como recuerdo- lo que identificaba la condición de soldado como tal, e incluso cuando vestía de civil. Así como también lo que le caracterizaba tanto a él como perteneciente a un cuerpo de caballería, como a su inseparable compañero de fatigas. Tras su muerte eran enterrados con todo ello, quizás en un lugar específico dentro de los cementerios. Por lo tanto, tal vez todo esto responda más que a un simple comportamiento. En España no se conservan como en otros lugares del Imperio ni demasiadas inscripciones de veteranos ni tampoco diplomas de licenciamiento, ciudadanía y connubium que nos pudieran aportar más luz al problema. En alusión a esto último recordamos el hallazgo de un diploma en Tvriaso (BALIL, 1989; BELTRÁN LLORÍS, 1990), en el que su dueño una vez concluyó su carrera militar en cohortes y alas de caballería del ejército de Britannia, se instaló en la zona; la fragmentación del objeto no nos permitió obtener más información. Lo expuesto se encontraría en clara discordancia con lo que expusieron Feugère y Bishop, salvando lógicas diferencias materiales, geográficas… lo que tal vez haga diferente la interpretación. El primero de los autores citados y según lo observado por él en los opida y acantonamientos militares con respecto a la ma- 416 siva aparición de pinjantes de arnés, lo interpreta como la presencia de una policía militar (FEUGÈRE, 1983: 59). Mientras que el segundo ve en estas evidencias la presencia de caballería auxiliar; tracia para más señas (BISHOP, 1988: 123-125). Volviendo a otros emplazamientos del Norte peninsular, en la población navarra de Espinar fueron excavadas medio centenar de tumbas en la necrópolis de incineración de Ateabalsa (PERÉX AGORRETA y UNZU URMENETA, 1997-98), y que estuvo en uso durante los siglos I y II d.C. Una parte de los ajuares quizás fechables en torno a la segunda centuria estaba compuesto por armas: diecinueve puntas de lanza (en forma de hojas de sauce y losángicas, una daga de hoja con filos en “S” y nervadura central y una punta de dardo) (Figura 5). Todo parece indicar que algunas de las sepulturas pertenecían a soldados, quizás una guarnición acantonada en el núcleo civil cercano creyéndose se trata de la mansio Iturissa citada en el itinerario Antonino y por Ptolomeo, Quizás, controlase la vía que desde Pompaelo se dirigía a Aquae Tarbellae, al otro lado del Pirineo. II.2.- La segunda centuria: Unidades militares de auxiliares Hispania y en general todo el Imperio en época antonina, a partir de los datos históricos de que se disponen y que la arqueología corrobora gozó de una prosperidad evidente. Ante la ausencia de conflictos, al menos de importancia, la presencia de un alto número de tropas no resultó necesaria. Pero lo curioso de esta situación y pese a los problemas que cada vez con más insistencia surgían en las diferentes fronteras, en Hispania se mantiene una legión y varias fuerzas auxiliares acantonadas en sus respectivos campamentos; eso sí, con movimientos frecuentes como corresponde a cuerpos auxiliares (cohortes y alas) de rápida intervención. Y por lo tanto este siglo resulta una continuidad respecto al anterior. En el campamento de A Cidadela (A Coruña) es un recinto que contuvo entre los últimos años del siglo I d.C. e inicios de la centuria siguiente y hasta el siglo IV d.C. en que fue abandonado de forma pacífica, a una de las unidades auxiliares cuyo epíteto conocemos por un buen número de tégulas selladas (Cohors I Celtiberorum). Esta cohorte Equitata la han situado buena parte de los investigadores en el área territorial de la civitas de Iuliobriga (Cantabria), en función de la interpretación que han realizado de su alusión en la Notitia Dignitatum (XLII, 30) (AJA SANCHEZ, 2002) aunque por ahora no existen datos para este aserto. El material metálico que las excavaciones extrajeron se encuentra en estudio por parte del director del proyecto J. M. Caamaño y T. Vega. Sólo algunos objetos de nuestro interés han sido publicados, así: como ar- LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL mamento ofensivo dos moharras de lanza una de hoja lanceolada y la otra ligeramente losángica, y un regatón cónico con extremo aguzado de sección cuadrada (CAAMAÑO GESTO et alii, 2000: Fig. 2). Como armamento defensivo siete fragmentos de láminas correspondientes a una lorica squamata (BELLO DIÉGUEZ, 1991: 8 y 118), modelo “iii” de la clasificación tipológica establecida por Von Groller (BISHOP y COULSTON, 1993: Fig. 51-1). Las excavaciones que durante un cuarto de siglo se han venido realizando en el campamento de Aqvis Qverqvennis (Ourense) han deparado un gran volumen de información recogido recientemente en una monografía, única por el momento en nuestro país en lo que se refiere a la publicación de una moderna intervención arqueológica en un emplazamiento militar romano. En aquella re recoge el apartado correspondiente a los objetos de metal (VEGA AVELAIRA, 2006a), entre los que se encuentran armas ofensivas representadas mediante puntas de lanza y regatones, puntas de flecha, puntas de saeta de artillería y dos fragmentos de lo que fueron largas espadas de caballería (spathae). Defensivas como es un soporte (apex) de cimera (crista) en forma de “Y” perteneciente a un yelmo de tipo Weisenau (VEGA AVELAIRA, 2006b: 479). También varias tachuelas de sandalia (clavi caligae) (Figura 4, 4). Con una vida útil desde los primeros años de la dinastía flavia hasta los últimos del reinado de Adriano, el tamaño de recinto lo hace apto para una unidad auxiliar cuyo epíteto está aún por determinar. Muy posiblemente se trate de algunas de las adscritas a la única legión establecida por aquellas fechas en suelo hispano (Legio VII Gemina), como puedan ser entre las conocidas: Cohors I Celtiberorvm, Cohors I Gallica, Cohors II Gallica, Corhors II Lvcensivm o Ala II Flavia. En torno al año 80 d.C. el área campamental de Petavonium (Rosinos de Vidriales, Zamora) que como vimos anteriormente estuvo fundada por la Legio X Gemina, es nuevamente ocupada por una unidad auxiliar que permaneció en ella hasta finales del siglo II d. C. Su epíteto lo conocemos en función tanto de las tégulas empleadas en sus construcciones como por la epigrafía en piedra; nos referimos al Ala II Flavia (CARRETERO VAQUERO y ROMERO CARNICERO, s/f). Se sabe de la existencia de un buen número de objetos en metal de carácter tanto civil como militar a tenor de lo que permanece expuesto en la vitrina correspondiente en el Museo de Zamora (fíbulas, puntas de lanza losángicas, arreos de caballo, daga, escamas de coraza, pinjantes, etc…) (GARCÍA ROZAS, 1999: 39-40) y de algunas publicaciones más o menos detalladas (extremos de correajes, tachuelas decorativas, anillas, colgantes, apliques…) (SARABIA HERRERO et alii, 1995), aunque la mayor parte permanece inédito. Los objetos decididamente más sobresalientes que hasta Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ 417 ahora conocemos de aquella unidad militar son dos carrilleras de yelmo (bucculae) en aleación de cobre, únicas hasta la fecha en la Península Ibérica (MARTÍN VALLS y DELIBES DE CASTRO, 1990) del siglo II d.C. aunque sí conocidas por otros paralelos europeos (Figura 4, 3). Corresponden a yelmos de caballería de distinto tipo con un sentido marcadamente de exhibición militar, sobre todo uno de ellos. Este, con una bella decoración repujada en base a la escena de un Pegaso en actitud de vuelo y de un águila en reposo conserva restos de plaqueado de estaño o plata (carece de análisis), correspondiendo al modelo denominado Guisborough. La otra carrillera lisa y como motivos decorativos simples porta unos botones y se correspondería a un yelmo de tipo Weissenau (VEGA AVELAIRA, 2006b: 475-477). Muy cerca de la loma donde se supone el emplazamiento de la civitas Iuliobriga (Cantabria), la casualidad exhumó sin contexto una daga completa de características singulares (GARCÍA Y BELLIDO, 1963: 200-201). Muestra empuñadura en “T” invertida, pomo en creciente lunar con pequeñas semiesferas decorativas en relieve y engrosamiento central (Figura 6), cuyos hallazgos son tan escasos en la Península Ibérica10 como en el resto del Imperio. La hoja, de tipología más antigua que la propia empuñadura, tiene una afilada punta al extremo de una hoja con filos muy sinuosos y acanaladuras en ambas caras. Podríamos hacerla corresponder con la misma tipología que la daga de Sotopalacios (Burgos) (MONTEVERDE, 1957), que si bien presenta una empuñadura con pomo en creciente lunar al igual que la daga de Cantabria su hoja es diferente, más ancha y con filos muy levemente sinuosos. También hallada de forma casual en el yacimiento denominado como La Cendrera. Sendas armas presentan paralelos formales a las inglesas de Londres o Bar Hill del siglo II d.C., y también con los austríacos de Künzig fechados en el siglo III d.C. (BISHOP Y COULSTON, 1993: 112 y 135; FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 1999c) entre otros. Reuter propone la denominación epónima de Künzing para este tipo de arma, más en concreto para su empuñadura (REUTER, 1999). Podría pertenecer a efectivos auxiliares, con el handicap de encontrarnos en unas fechas en las que el pugio la investigación pensaba que habían desaparecido del equipamiento reglamentario del soldado romano, aunque este aserto es un extremo aún no corroborado y que se basa en el simple hecho de los muy escasos hallazgos efectuados hasta la fecha. Si bien esta creencia parece ir poco a poco desvaneciéndose ante -si bien es verdad- muy lento incremento de los hallazgos. 10. En la parte superior de la estela funeraria de Beloño (Ponga, Asturias) -hoy en el Museo de Oviedo- dedicada a Septimio Silo, muestra un grabado donde se reproduce un puñal de similares características (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2004: 211; 2006: 294). Figura 6: Iuliobriga (sg. G. BELLIDO, algo modificado por el autor). Otra daga que presenta una topología peculiar es la que procede del yacimiento de Las Minas (Pinilla de Toro, Zamora) (Figura 3, 4). Nuevamente muestra una empuñadura en “T” invertida, estructura tripartita con pequeño engrosamiento central, y un curioso pomo formado por dos glóbulos con una pequeña depresión en el centro, elemento que podríamos denominar como “pomo en mariposa”, por un simple parecido formal. La hoja es triangular con nervio a todo lo largo de sus dos caras. Desafortunadamente de nuevo procede de una muestra recogida en superficie (MARTÍN VALLS Y DELIBES DE CASTRO, 1975: 461463). Por el momento se trata de un hallazgo aislado de tipología nada usual y por lo tanto difícil de valorar adecuadamente según nuestros actuales conocimientos. Hoy como en otras ocasiones el arma formalmente más parecida es la que procede de Buciumi (Rumanía), fechada en el siglo II d.C. (BISHOP Y COLUSTON, 1989: 74-75), cuya hoja levemente sinuosa también posee un refuerzo central a todo lo largo de su hoja. 418 No obstante en el apartado siguiente comprobaremos como la daga hallada en Huelva es posible que podamos incluirla dentro de este -por así decirlo- grupo tipológico, caracterizado por la singularidad de sus empuñaduras. III.- EL RESTO DEL ÁREA PENINSULAR En este apartado que es complementario al anterior, se encuentran reunidos los hallazgos metálicos directamente relacionados con la indumentaria militar, y que han aparecido en el resto del territorio español; más algunos comentarios sobre los hallazgos en el vecino Portugal. Este compendio reúne el seguimiento bibliográfico que venimos llevando a cabo durante años y del cual hace tiempo publicamos un breve avance (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2002b). El conjunto reunido es muy escaso en comparación con el área septentrional. Esto ha provocado entre otras cuestiones una total ausencia de historiografía investigadora, toda ella muy reciente. Carencia, que se suma al encontrase aún buena parte de lo realmente descubierto en los almacenes de nuestros museos, a la espera de la visita e identificación que un especialista. Debido a la desmilitarización que durante los siglos del Alto Imperio lógicamente se vio sometida esta gran área geográfica debido al alto grado de dominio y sobre todo de aculturación por parte de Roma (salvo momentos excepcionales), la presencia de contingentes militares fue destacadamente inferior a lo visto y explicado para el Norte peninsular, sobre todo en lo que a castramentación se refiere. Más ello no es óbice para su total inexistencia, y de ahí lo que a continuación relacionamos. Pero esta presencia responde así mismo de forma lógica a otras motivaciones y circunstancias difíciles de ponderar en el momento actual de nuestro conocimiento. En definitiva, responden a un conjunto de hallazgos buena parte de los cuales se encuentran descontextualizados o con muy escasos datos, cuya reducida información es aportada mayoritariamente por los propios objetos en sí identificados a través de la tipología comparada. De esta manera las apreciaciones y comentarios que hagamos serán individualmente escuetos e inconexos entre los diferentes hallazgos, ya sean individuales o en grupos. Desde luego poco que históricamente poder aportar a la información en cuanto al devenir histórico de cada región. A partir de estos datos será la investigación futura la que deba profundizar e incrementar el conocimiento y dar respuesta a esta presencia material de la milicia en el devenir histórico de cada región. LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL donde sabemos existe una colección11 de la cual solo han sido citados unos pinjantes de arnés de tipo vegetal -tipo 4 de Bishop- (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 1995: 78, nota 67; TREMOLEDA, 2005: 81) y una hebilla peltiforme (que posee una pequeña placa de adaptación al cuerpo orgánico del cinturón al que perteneció) (Figura 7, 1) (PALOL, 1969: 151, Fig. 26, 1). El conjunto se encuentra pendiente de publicación por parte de R. Erice (com. personal que agradecemos). En torno a este gran núcleo urbano y desde inicios del siglo I d.C., fueron creciendo una serie de explotaciones de tipo agrícola y ganadero de mediano tamaño (calculado este en unos 125-150 ignea), donde la pujante economía producto del comercio diera salida y rentabilidad a los productos allí generados (CASAS GENOVER, 2003: 5-6, 251-252 y 290). Así las excavaciones practicadas en los latifundios de Tolegassos y de Oliver d´en Pujol han arrojado una pequeña serie de evidencias que llaman nuestra atención. De la primera de ellas un cierre de hebilla curvo y con pasador transversal (BISHOP, 1988: 169) (CASAS I GENOVER y SOLER FUSTÉ, 2003: 36-39, Fig.15, 19-1) provenientes de la ocupación augustea. De la segunda un fragmento de un más que conocido botón o abrochador en “L” que lo fechan en torno al cambio de era (CASAS GENOVER, 1989: 19-46, Fig.14-12). Finalmente es Santa Mª de Sales (Viladecans, Barcelona), en cuya Fase IIa de la excavación fechada en el siglo I d.C. fue hallado un pinjante de arnés de tipo “trífido” (tipo 1 de Bishop) identificado erróneamente como un aplique de mueble (MENÉNDEZ I PABLO y SOLÍAS I ARÍS, 1998: 176, Fig.12, 13 y 17). La interpretación de todos estos hallazgos es controvertida fundamentalmente por su escaso número, así como el origen de tales objetos. Pero quizás podríamos aventurar como hipótesis germinal, el que fuesen una muestra de las actividades de sus dueños tras el cumplimiento de sus ineludibles labores previas en el ejército, y haber sobrevivido, tal y como apunta Black para Britannia (BLACK, 1994) o Aurrecoechea para la cuenca media del río Tajo (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 1995: 87). Siguiendo nuestro recorrido geográfico hacia el Sur, hallamos en la antigua Iluro (actual Mataró) otro pinjante de arnés de tipo luniforme (tipo 9 de Bishop), aunque un modelo poco usual ya que sus extremos se juntan y unen a una pequeña esfera. Fue hallado en el contexto civil de una taberna y fechado en la primera mitad del siglo I d.C. (CELA et alii., 1994: Lám.12, nº15). También procedente de las antiguas excavaciones en Solsona proviene un conjunto relacionado con la caballería y formado por un pinjante alado, una espuela y una hebilla de cinturón en forma de “D” (SE- III.1. El territorio español Comenzando este recorrido por el Este nos topamos con el área catalana de la cual poseemos más bien escasa información. En Ampurias (Girona) de 11.Y que desconocemos; quizás, con las características que hemos expuesto para otras ciudades del Norte y otras áreas peninsulares en cuanto a la tipología de los objetos que allí suelen ser comunes. Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ RRA VOLARÓ, 1924: Lám. XIV, C). Podríamos asegurar que enclaves tan principales como por ejemplo la ciudad de Tarraco, capital del Convento, debe contar con abundante material militar aún por reconocer, y como muestra un par de estos mismos elementos para la decoración del petral fueron hallados en el área del cementerio paleocristiano (DEL AMO GUINOVART, 1994: 173, Figs. 14-15; SERRA VILARO, 1928: XXXV; 1929: LXVI; 1935: XXIX). Los fecha aquella autora en época tardía aunque son modelos del siglo I d.C., y aunque difíciles de situar exactamente en la tipología de Bishop, en la generalidad podríamos hablar de tipos 1 y 2 de su esquema. En la provincia de Castellón se encuentra el poblado de Sant Joseph (La Vall d´Uixió) entre cuyos objetos de metal encontramos nuevamente un par de pinjantes (ROSAS ARTOLA, 1980: 201-202), uno de los cuales (nº 9) se correspondería con modelos altoimperiales. Fechado todo este gran conjunto metálico en el ¾ del siglo IV d.C., acertadamente Aurrecoechea (1995-96: 78) lo considera excesivamente bajo retrasándolo hasta la segunda mitad de la primera centuria. De la excavación practicada en el Solar de la Morería de Sagunto (Valencia) proceden un par de objetos como es una magnífica placa en aleación de cobre decorada mediante esmalte (ss. II-III d.C.) no con demasiados paralelos en el Imperio y única por el momento en la península. Y también lo clasificado como un contrapeso de mandil que fechan los autores en época flavia (LÓPEZ BRAVO y DELAPORTE, 2005: 167168), un paralelo formalmente cercano e interpretado como tal lo encontramos por ejemplo en Mainz (BISHOP, 1992: Fig. 17, 9). Aunque la explicación última para este objeto nos la proporciona el hallazgo húngaro de Tihany, donde la excavación de un caballo con todo su arreo supuso un excepcional hallazgo para poder saber que piezas metálicas son las decorativas y cuales funcionales, su cantidad y su posición exacta. Varias de ellas son idénticas tanto al hallazgo saguntino como al alemán (PALÁGYI, 1990: 25 y 27), identificándose como colgantes de la cabezada. En el Sur de la costa levantina y más concretamente en la provincia de Alicante hemos identificado un par de objetos provenientes de otros tantos yacimientos. De las antiguas excavaciones en el poblado de La Alcudia (Elche), antigua Ilici, procede un botón en “L” de cabeza circular-plana y desarrollo triangular calado (RAMOS FOLQUÉS, 1962: Lám. XCVI, 51a) que podría englobarse en el grupo V (posiblemente sub-grupo “a”) de la tipología de Wild (1970: 139). Del Tossal de Manises y en contexto del siglo I d.C. procede un pinjante difícil de clasificar, calado en su centro, y que según la lista de M. Bishop citada tantas veces en es- 419 te trabajo quizás coincidiría aproximadamente con el modelo 4f. No cabe duda que donde la casualidad ha puesto a un especialista el panorama investigador ha cambiado por completo; este ha sido el caso de la meseta Sur (Comunidades Autónomas de Madrid y Castrilla la Mancha). J. Aurrecoechea recogió en un completo estudio cierto material de tipología militar en los museos de gran área peninsular, y más en concreto el que tenía que ver con el atalaje metálico del cinturón del soldado (balteus / cingulum) y los implementos del arreo equino a lo largo de los cinco siglos del imperio (AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, 1995-96). Con respecto a los siglos altoimperiales que aquí analizamos y mayoritariamente los de las provincias de Madrid (Estremera, Puente Viezma, Maqueda, Valdocarros, Alcalá), Toledo (Ocaña, Villasequilla de Yepes, El Quinto, Magán), Cuenca (Valeria, Culebras, Villas Viejas) y Ciudad Real (La Bienvenida) se ha reunido y estudiado en profundidad un alto número de hebillas de cinturón (peltiformes con y sin enganche trapezoidal y en “D”) así como placas, botones en “L”, faleras, pinjantes y otras decoraciones de arnés en variados modelos, ajustadores y contrapesos de correas, fechables todos ellos según quedó allí constatado entre los siglos I y II d.C. (Figura 7, 2 a 8). De tal manera, que entre otras cuestiones el autor demostró una presencia militar ineludible en la cuenca media del río Tajo difícil de interpretar por ahora, debido a que la mayor parte de los yacimientos de donde procede todo el utillaje no se encuentran ni estudiados ni excavados. En la provincia de Albacete conocemos media docena de objetos: dos pinjantes (uno de ellos alado), tres faleras y un colgante de arnés en forma de gota (ABASCAL PALAZÓN y SANZ GAMO, 1993: 203, 220, 239, 243,286 y 288). Y finalmente en la provincia de Madrid sería importante estudiar el material exhumado por E. Cuadrado en sus excavaciones en el poblado de la Oliva (CUADRADO, 1991), ya que entre el gran volumen de objetos y útiles metálicos donde hace años identificamos evidencias militares republicanas (FERNANDEZ IBAÑEZ, 2002: 78-80), es probable la presencia militar altoimperial (MONTERO RUIZ y SEJAS DEL PINAL, 2003-04) como también parece poderse rastrear en época tardía. Como en otros casos anteriores es fácil pensar que en la también amplia zona del Sur peninsular que en época romana comprendía la región Baetica y que hoy aproximadamente coincide con los límites políticos de la Comunidad Autónoma de Andalucía, los hallazgos de indumentaria militar también debían de estar presentes pese a ser una de las áreas peninsulares más romanizadas. En efecto, en la provincia de Sevilla hace años aparecieron en el término de Aznalcázar y en un ambiente de necrópolis como ajuar de una tumba cinco contrapesos de mandil (AURRECOECHEA, 2001) 420 (Figura 8, 1 y 2), elemento decorativo del uniforme y distintivo de la condición de soldado de infantería altoimperial compuesto por tiras de cuero (en número variable) y aditamentos decorativos en aleación de cobre con recubrimiento de estaño, tal y como demuestran las estelas funerarias renanas de soldados o el hallazgo de Mainz. Colgaba de la parte delantera del cinturón a modo de delantal (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2003: 74-76). Ya hace tiempo ya quedó demostrada su ineficacia en la contienda en contra de lo que se venía suponiendo (BISHOP, 1992). Son tan característicos del momento Flavio como los objetos de similares características aparecidos en Teba (Málaga), pero esta vez junto a tres apliques (dos circulares y uno oval) con representaciones del emperador y una cuadriga a la carrera. Son objetos ya conocidos en otras zonas del antiguo imperio (FEUGÈRE, 1985), y formando una conjunto se remachaban decorando todo lo largo de cada una de las correas de cuero que el contrapeso antedicho procuraba mantener vertical por simple gravedad. LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL Otros hallazgos de esta zona meridional son, un pinjante peltiforme proveniente de Monturque (Córdoba) (GALEANO CUENCA y GIL FERNÁNDEZ, 1994: 64), un posiblemente nuevo pinjante trífido (?) hallado en las antiguas excavaciones practicadas los años 1945-46 en el yacimiento de Asta Regia (Cádiz), junto a un botón en “L” (ESTEVE GUERRERO, 1950: Lám. XXVI). En esta misma provincia un nuevo elemento de estas características lo hemos localizado en las excavaciones de Carteia (FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, 2002: 80; PRESEDO VELO et alii, 1982: 65). Hallado en un lugar indeterminado de la provincia de Huelva pero hoy custodiado en el Museo de Cádiz, es conocida una singular daga que por ahora no ha recibido el estudio en profundidad que merece (QUESADA SANZ, 2000). Aquí de nuevo vemos la comunión entre la antigüedad de una hoja con reforzamiento central y afilada punta al extremo de filos sinuosos, junto a una empuñadura que pensamos fuese más moderna. Casi de inmediato nos recuerda al modelo ya visto de “pomo en mariposa” del que formarían parte los puñales de Pinilla de Toro (Zamora) y Buciumi. Figura 7: 1 - Ampurias (Girona) (sg. PALOL); 2 - Estremera (Madrid); 3 - Villasequilla de Yepes (Toledo); 4, 6, 7, 8 Ocaña (Toledo); 5 Valdocarros (Madrid) (sg. AURRECOECHEA); 9 - Carteia (Cádiz) (sg. PRESEDO et alii). Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ Finalmente, entre el material arrebatado a uno de los dos pecios (el de época romana ya el que el otro era púnico) situado frente al cabo de Moro Boti (Cabrera, Islas Baleares) se encuentran tres yelmos en bronce de tipo Weisenau (VEGA AVELAIRA, 2006b: 469-472) (Figura 8, 3). De tamaños ligeramente diferentes se nos mostraban casi completos y su morfología comprendía un capacete semiesférico, amplio guardanuca, visera y soporte de apex o portacimera habiendo desaparecido las carrilleras; actualmente siguen siendo los tres más completos hallados en toda la Península Ibérica. Por el material arqueológico que los acompañaba se fecharon en el primer cuarto del siglo I d.C. (VENY, 1979). Hace años dos de ellos formaban parte de colecciones privadas mallorquinas, mientras que el tercero está para la ciencia en paradero desconocido. Asimismo y nuevamente en un contexto de pecio al Sur de la Isla de Mallorca (Ses Salines), extracciones clandestinas recuperaron ilegalmente varios objetos que apuntaban una fecha de la segunda mitad del siglo II d.C. (FEUGÈRE, 1993: 266; PARKER, 1978). De entre ellos, se tiene el conocimiento de la aparición de una espada y un yelmo que se ha propuesto sea nuevamente de tipo Weisenau (VEGA AVELAIRA, 2006b: 482). III.2. Algunos comentarios sobre militaria romana en Portugal Respecto a los hallazgos realizados en el vecino país portugués hemos de hacer obligadamente ciertos comentarios, aunque éstos deberán ser razonablemente escuetos. No existe una gran tradición en las investigaciones en torno al estamento militar romano, ni tampoco en lo que a los implementos metálicos del ejército se refiere. Estas son facetas más bien recientes en los estudios de su antigüedad clásica, si bien es verdad también, que por el momento se centran de forma exclusiva en el período republicano donde se conoce una abundante documentación arqueológica (FABIÃO, 2007). No tenemos noticia publicada en lo que al periodo altoimperial se refiere, aunque sabemos gracias al Dr. C Fabião (a quien agradecemos la comunicación personal) qué material existe, aunque pendiente de limpieza y los necesarios tratamientos de conservación. No obstante, y jugando con la posibilidad como ocurre en España según lo que hasta ahora hemos visto exista material “camuflado”12 en publicaciones y museos sin que hasta el momento haya sido puesto en valor, desde hace años la comunidad científica conoce un interesante conjunto recuperado en las exca- 12. Como ejemplo nos referimos a la hebilla de cinturón citada por Aurrecoechea (1999: 53), con referencia a la hebilla encontrada en la necrópolis de Paredes (Alenquer) (HORTA, 1970: 65, 73-74 – Fig.4, 25). 421 vaciones en un entono civil; nos referimos a la civitas de Conimbriga (Coimbra) (ALARCÃO, J. et alii, 1979: 85-107, Láms. XVIII-XXIII y LVIII). Aquella investigación cuya planificación, estudio, publicación y conservación siguen siendo ejemplares a día de hoy, arrojaron un total de 126 objetos relacionados con la impedimenta militar humana y equina. Armas, piezas de arnés y apliques diversos (tal y como fueron clasificados), la mayoría de ellos cronológicamente fueron adscritos a la segunda mitad de siglo I d.C. y a momentos tardíos y tardoantiguos (siglos IV – VI d.C.) (Figura 8, 4), no faltando algún arma -caso de una moharra de pila- de época augustea. No obstante buena parte de ellos y desafortunadamente para el estudio en sí aparecieron en los niveles superficiales, teniendo que haber sido analizados desde el punto de vista comparativo con respecto a otros objetos de similares características en yacimientos específicos con fechaciones. Del margen temporal motivo de nuestro interés se encuentran armas (moharras y puntas flecha de diferentes tipos, regatones, hojas de daga y vaina), aunque no fue posible individualizar aquellas empleadas para la caza de las utilizadas en combate. También elementos de balteus, hebillas de distinta tipología (en “D”, cornudas…) apliques decorativos varios, botones en “L”, etc… Del atalaje equino distribuidores de riendas, camas de bocado, apliques y contrapesos decorativos del correaje. Varias espuelas son la muestra material de los infantes. En definitiva, observamos en este interesante grupo de objetos lo que líneas atrás apuntábamos con respecto a lo que apreciábamos ya hace años en estos grandes núcleos civiles. Y es la presencia de un reducido conjunto de metales relacionados con la indumentaria militar en el período altoimperial concreto de la segunda mitad de siglo I d.C., repitiéndose nuevamente en este caso de Conimbriga el esquema material que tiene que ver, por una parte con el cinturón y sus diferentes elementos (hebillas, placas, guarnicionería decorativa), incluso armas. Por otra, con el atalaje equino y su decoración, donde también hace su presencia otro tipo de instrumental como puedan ser para nuestro caso concreto las espuelas o las moharras de lanza. No desearíamos olvidar tampoco la villa de San Cucufate, entre cuyos 138 objetos metálicos hallados durante las campañas de excavación se identificó un nuevo grupo formado por moharras de lanza, regatón y proyectiles para maquinaria de torsión,… en hierro, y hebillas en “D” y broche de tipo carnudo así como un botón en “L” y un pinjante de arreo, etc… todo ello moldeado en aleación de cobre. La autora, buena conocedora de este mundo metálico romano en su país, lo ha reunido todo ello con buen criterio en un apartado específico de indumentaria militar. Cronológica- 422 LA METALISTERÍA MILITAR DE HISPANIA EN ÉPOCA ALTOIMPERIAL Figura 8: 1 y 2 - Aznalcázar (Sevilla) (sg. AURRECOECHEA); 3 - Moro Boti (Menorca) (sg. VENY); 4 - Conimbrioga (Portugal) (sg. ALARCÃO et alii). Carmelo FERNÁNDEZ IBÁÑEZ 423 mente es un conjunto variopinto entre los siglos I-IV d.C. (PONTE, 1987: 143-148, Láms. IV-V). BELTRÁN LLORÍS, F. (1990): “Un diploma militar de Turiaso (Hispana Citerior)”, Chiron, 20, München, 261-274. BIBLIOGRAFÍA BELLO DIÉGUEZ, J. Mª. (1991): “La integración de La Coruña en el espacio romano”, Ciudad y Torre. Roma y la Ilustración en La Coruña, La Coruña 51-73. ABASCAL PALAZÓN, J. M. y SANZ GAMO, R. (1993): Bronces antiguos del Museo de Albacete, Albacete. AJA SÁNCHEZ, J. R. (2002): Historia y arqueología de la tardoantigüedad en Cantabria: La cohors I Celtiberorum y Iuliobriga, Madrid. ALARCÃO, J. et alii (1979): Fouillles de Conimbriga VII. - Trouvailles diverses. Conclusions génerales. Paris. ALONSO GREGORIO, O. A. (2004): “Sobre el hallazgo de un puñal biglobular en Monte Cildá (Aguilar de Campoo, Palencia): La panoplia militar indígena al servicio de Roma”, Sautuola X, Santander, 35-45. AURRECOECHEA FERNÁNDEZ, J. 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